Tercer tiempo

Alma y sensatez

El fútbol es un juego imán. Te acercas a él y ya no te deja. Ahora, además, es de hombres y mujeres, se acabó el fútbol como cosa de chicos, necesita voces así, más poesía. Ana Merino, poeta, madridista, me estuvo hablando el viernes de su manera de ver el fútbol; es un fenómeno sociológico del que hay que hablar con hondura y respeto, porque no es tan solo un juego, sino que parte el alma o la conforma, y el lenguaje con el que se diseccione ha de ser adecuado a su importancia. No puedes hablar de fútbol de cualquier manera, es cosa seria. Es sabiduría, sensatez y hormonas. Y es dolor. Como todo en la vida.

Palabra de fútbol

Al final le pedí a Ana Merino, catedrática en Iowa, profesora en Zúrich, autora de varios libros de poesía, articulista, unos versos suyos para esta sección. Lo que queda transcrito más arriba es la parte final de sus versos. Lo escribió para un niño que sufrió hace nada su primera gran derrota como madridista. Aquella derrota desemboca en la tristeza de muchos, y se quedó como escarcha en su recuerdo. Consecuencia de ello fue el cambio en el Madrid. Solari sucedió a Lopetegui y dijo que su equipo tenía que jugar en Melilla "con cojones". Para qué fue aquello: le cayeron chuzos de punta.

El lenguaje picudo

Ángel Ganivet, poeta, filósofo granadino que se suicidó en Finlandia en 1898, dejó dicho que existen las ideas redondas y las ideas picudas. Antes de Melilla, lo que sorprendió de Solari fue precisamente el lenguaje picudo en el tiempo del MeToo que ha llegado al fútbol, como no podía ser de otra manera. Ahora las mujeres juegan al fútbol, están federadas, tienen mucho que decir en este deporte que tan machista ha sido, y sigue siéndolo. Esas palabras, "con cojones", chirrió además porque el nuevo entrenador del Madrid es un hombre que tiene metáfora para deslizar su lenguaje hacia lo musical y no hacia lo zafio.

Son hormonas

Así que había curiosidad por ver cómo hacía su fe de erratas el sucesor de Lopetegui (por cierto, de voz tan educada que fue incapaz de responder a Florentino con la misma moneda). Y Solari salió adelante con solera, tras el difícil partido ante el Valladolid. Miguel Delibes podría haberle aplaudido el lenguaje que usó. Esta vez "los chicos" (así los llamó, así llamaba Kubala a sus jugadores) habían hecho un partido serio, estuvieron buscando siempre rigor para responder a un equipo, el Valladolid, que se dispuso bien en el campo… Y sacaron a relucir, esto dijo Solari, lo que es propio del fútbol, las "hormonas".

Las personas

Hay en la otra esquina del fútbol de Madrid otro entrenador que no lo dice, pero lo ejerce. Simeone es, en el Atlético, el que ha hecho del lenguaje aguerrido una forma de animar a los suyos, pero en público no ha llegado a aquella franqueza de bar de carretera de Solari. Menos mal. Si en el fútbol se instala en los banquillos lo que se dice en la grada habría que salir corriendo. El banquillo ha sido sede de buena educación, de lenguaje veterano frente a las chiquillerías. Vean a Ernesto Valverde, que parece un filósofo. Y recuerden a Valdano o a Del Bosque, o a Lopetegui, por cierto.

El poema de Ana

Emocionante el poema de Ana Merino. Les dejo otros versos que glosan la escarcha que la derrota deja en el alma de los niños: "Te has tragado un ocaso/ de jugadores náufragos/ desde la orilla fría de las gradas, y gritabas sus nombres/ y les hacías gestos con las manos,/ invocabas la fuerza/ que esconde la blancura de tus/ héroes,/ pero estaban dormidos/ hundiéndose en un fondo/ de alientos enredados/ donde todos los pases se volvían/ errores/ y el balón se alejaba de su juego/ sagrado". Lo grandioso del fútbol es que puede generar esas palabras y mantener "el anhelo invencible" de vivir su insólita alegría.

La frase

"La escarcha/ que dejan los partidos/ donde entregas el alma". Ana Merino, poeta