David Gallego es el hombre de club
Existe un término muy asociado al fútbol que hace referencia a ese tipo de personas que viven por y para un determinado club. Que no nos engañen, la gente de club es la que realmente los hacen grandes. Ni su historia ni los eslóganes pomposos.
Los ‘hombres de club’ trabajan al servicio de la institución con una dedicación de otra era. Un tiempo en que el sentimiento de pertenencia a unos colores, por ordinario, no era ni destacable. En el Espanyol, ese término define a la perfección a David Gallego, el técnico del filial.
Gallego sabe, como todo hombre de club, que las oportunidades, si llegan, son contadas y a diferencia de lo que pueda parecer, tuvo dos y las aprovechó. La primera pareció ser la última. Le permitieron demostrar que el descenso del filial fue un accidente y lo hizo de tal manera que arrasó en Tercera hasta el ascenso.
La segunda le llegó en forma de regalo envenenado. Tuvo que hacerse cargo de un Espanyol que acariciaba el drama. Asumió la responsabilidad, hizo creer a una plantilla deprimida, la salvó del descenso sumando 13 de 15 puntos posibles y volvió al filial, para ascenderlo.
Tras la ‘gesta del novato’ volvió a su lugar, en silencio, a seguir trabajando al servicio del club al frente del filial y lo tiene en posiciones de playoff a LaLiga 123. Este fin de semana, además, se llevó el derbi ante el eterno rival.