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Nadal, Djokovic y el trono

Vuelve Rafa Nadal desde el lunes en París-Bercy, el único de los dos Masters 1.000 que se le resiste junto al de Miami. Lleva desde el 8 de septiembre parado, cuando la maldita rodilla derecha (otra vez) le obligó a dejar inconclusa la semifinal del US Open entre gestos de dolor. Si ha decidido retornar es porque se siente en condiciones de pelear por ese título que se le niega. Y por el que viene después, a partir del 11 de noviembre y que tampoco tiene, el Masters ATP. De sentir que su rodilla no va a aguantar, es de suponer que habría tomado la prevención de esperar ya a enero para arrancar con el Abierto de Australia. El año pasado, forzó en el último tramo (tuvo que retirarse en Londres) y luego la pretemporada se le hizo demasiado corta para llegar en condiciones al primer grande del curso.

Pero vuelve Nadal, sobre todo, porque está en juego el número uno y siente la necesidad de intentar parar los pies a Novak Djokovic, que se ha disparado peligrosamente. El serbio, otra vez en modo caníbal, ha sumado 6.090 puntos desde el verano dejando su sello en Wimbledon, Cincinnati, US Open y Shanghái hasta colocarse a sólo 215 del español. En el Omnisports parisino, a Nole le bastaría con pasar una ronda más que Nadal para volver al trono, que no ocupa desde noviembre de 2016. De llegar ambos a la final, se lo jugarían en el último partido. Y, pase lo que pase, la lucha continuará en Londres, pues allí ninguno defiende puntos y el título vale 1.500. Sampras acabó cinco veces el año en lo más alto. Federer y Connors, cinco. Nadal y Djokovic, cuatro. Y los dos quieren seguir sumando.