Las ojeras del que busca soluciones

Conozco a Julen Lopetegui desde hace muchos años. Le tengo gran aprecio y él lo sabe. Así que estoy seguro de que no le va a molestar que me permita hablar de un detalle físico que noté ayer en la conferencia de prensa en Valdebebas. El míster del Madrid tenía ojeras. ¿Y quién no?, me van a contestar. Pues sí, es algo que compartimos los trabajadores. Y no cabe duda de que Julen es un currante, un hombre que lo da todo para la empresa que le contrata. Sería fácil pensar que la incógnita sobre su futuro le está quitando horas de lo que los científicos denominan como el “buen sueño” o el “sueño reparador”. Creo que, aunque nunca es agradable que circulen nombres de hipotéticos sustitutos, lo que le perturba de verdad al entrenador del Madrid es encontrar la solución a los problemas del equipo. Así de simple. Así de lógico conociendo a Lopetegui.

Más allá de la presión que va con el cargo de dirigir a un club tan importante y tan exigente, conviene volver a la esencia de lo que le interesa al técnico de fútbol. Como al contable a quien no le salen las cuentas, como al mecánico que busca la razón de un ruido raro en un motor, como al médico que debe curar a su paciente. El reto de Lopetegui ahora mismo no es salvar su puesto de trabajo sino resolver una ecuación muy compleja para que funcione el equipo. Hacer que vuelvan los goles, que el mediocampo cree fútbol de nuevo y que la defensa sea contundente. Y eso requiere comerse el coco. Y mucho. Pero la satisfacción que le produce al profesional dar en el clavo después de muchas torturas merece la pena.