Entre los galeses, el que más aprendió ayer fue Giggs. Quiso jugar de tú a tú a España y se dio cuenta que hay años luz entre lo que los suyos pueden ofrecer y lo que imaginó en la previa. Los que le conocen dicen que será capaz de mirarse al espejo y ver si preparó el partido bien, si fue el calentamiento adecuado, si dijo lo que debía antes del encuentro, si la táctica de presionar arriba y querer jugar era la adecuada o si a veces hay que defender muy atrás aunque quede feo.

Todo eso forma parte del aprendizaje de un entrenador que quizá piensa más en la pizarra que en el partido. En la rueda de prensa habló de errores groseros, de que los suyos no hicieron las cosas básicas. Pero a lo mejor hubiera sido un buen día para aceptar que le salió mal todo lo que intentó. En todo caso el encuentro importante es el siguiente, el de Irlanda, y seguramente su equipo saldrá con el orgullo herido. Y su entrenador con una lección más en el saco.