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Zidane lo presintió, avisó y se marchó

La regresión del Real Madrid, atacado por los malos resultados, su decepcionante juego y una sequía goleadora que no tiene igual desde los años 80, apunta a un momento de la anterior temporada que pasó al olvido por el éxito en la Liga de Campeones. La Liga estaba perdida en Navidad, después de la victoria del Barça en Madrid. Ni la Copa redimió al equipo. Sufrió lo indecible para eliminar al Fuenlabrada y el Numancia. Se estrelló con el Leganés en los cuartos de final y sólo dispuso de una bala para salvar la temporada. La gastó con una excelente puntería. Atravesó por un campo de minas para eliminar a la Juve y el Bayern, pero ganó la final de la Liga de Campeones y se taparon los problemas de un equipo que había terminado la Liga a 17 puntos del Barça.

Los problemas persisten. No se disolvieron en la espuma de Kiev. El equipo es casi el mismo, con dos fichajes no prioritarios (el lateral derecho Odriozola y el portero Courtois) y otro de última hora, sin demasiado entusiasmo. Mariano, exjugador del Castilla, reclutado del Oympique de Lyon, llegó para ocupar la plaza que había dejado Cristiano Ronaldo. Vinicius, un chaval brasileño de 18 años, se incorporó un año después de su fichaje, cifrado en 45 millones de euros. Por raro que parezca es el fichaje más caro en las dos últimas temporadas. Ahí comienza un misterio difícil de desvelar: el Real Madrid, que se acostumbró a romper el mercado durante la trayectoria de Florentino Pérez como presidente, ha cambiado la opulencia por una cautela ahorrativa que tiene mosca a la hinchada.

Sometido a la angustia que ahora se ceba con Lopetegui, Zidane resolvió la crisis con una drástica medida. Despachó de un plumazo al 90% de los últimos fichajes de Florentino Pérez, jóvenes futbolistas españoles en su mayoría. Ceballos, Marcos Llorente, Theo y Mayoral pasaron al ostracismo. Zidane no confiaba en ellos. Desaparecieron de las alineaciones. El técnico francés se rodeó de su vieja guardia, los pretorianos de toda la vida, encabezados por Cristiano Ronaldo. Zidane comenzó a ver con sospecha a otro jugador: Gareth Bale, suplente en partidos cruciales, sustituido en el medio tiempo contra la Juve y fuera de la alineación inicial en Kiev.

¿Qué sabemos de este Madrid? Que no está el entrenador que le dirigió a tres títulos sucesivos en la Copa de Europa, que Cristiano Ronaldo ha abandonado el Madrid para potenciar a la Juve, que los principales jugadores han superado los 30 años (Sergio Ramos, Marcelo, Modric y Benzema), que los fichajes no impresionan a nadie y que los jóvenes no asumen el liderazgo ni a palos. Sigue Bale como titular indiscutible, como exigió minutos después de la final de Kiev, pero su rendimiento no está a altura de sus demandas. Es el frágil, misterioso y desesperante Bale de toda la vida.

Lejos de avanzar en el verano, el Real Madrid ha empeorado. Buena parte del equipo descansa sobre futbolistas que no merecían ningún entusiasmo a Zidane. Los fichajes invitan a la melancolía. La propaganda corporativa intenta ocultar los deméritos de Bale y Benzema, pero la hinchada está que arde. Es el Real Madrid que Zidane no quería y es el equipo que ahora transmite una flojera preocupante con Lopetegui. Algo tendrá que ver el director deportivo en la reducción de recursos futbolísticos de un equipo que sabe a poco.