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El perico se mantiene en la ola

El Espanyol siempre vio al Villarreal como el ejemplo a seguir: por las veces que ha jugado en Europa, por saneamiento económico, por capacidad para revalorizar a sus futbolistas y porque sus equipos siempre hacen un fútbol atractivo. Pero esta noche, los blanquiazules fueron los que respondieron a esos parámetros, y no es la primera vez en LaLiga que ocurre. El Espanyol ya no es una sorpresa, es una realidad: juega como pocos, gana, sufre, defiende y todo le funciona a Rubi, quien cada vez que agita al equipo el cóctel gana frescura, sabor, siempre un placer para el aficionado.

El técnico no para de ganar adeptos a su filosofía, jugadores que suman rendimiento y comprenden su rol, como Hernán, Melendo o Piatti, determinantes por sus goles y por su incidencia, apenas titulares pero igual de comprometidos. El paraguayo anotó el primero y desequilibró por la derecha, el mediapunta dio la asistencia del 2-1 y el argentino anotó el 3-1. Una participación activa, sujeta por un equipo que, ante todo, jugó todo el encuentro al mismo ritmo, sin deslices ni despistes, como un motor de última tecnología.

El fútbol depara fotografías inimaginables, como la de un Gerard Moreno cabizbajo y fallón, y la de un Espanyol feliz y certero, cuando los caminos de ambos apuntaban a otras sensaciones en junio. No podía tener mejor desenlace que el 2-1 de Darder, con su Darderismo como filosofía de vida o de fútbol, que más da, porque el perico vive en una ola gracias a su equipo.