Márquez se saca la espina

Lo tenía que hacer. Los pilotos ganadores, los grandes campeones, necesitan retos. No les gusta dejar asignaturas pendientes y Márquez quería dar carpetazo a los triunfos que Dovizioso le había arrebatado en últimas curvas, como el pasado año en Austria y Japón o este mismo en Qatar. Así que volvió a dejar en un segundo plano su objetivo principal de conquistar otro título de MotoGP y se lanzó sin concesiones a sacarse esa espina. Ése es su estilo, así es su ambición. Y los seguidores de este deporte debemos agradecer un talante único que nos regala carreras tan intensas y emocionantes como la de Tailandia, con unas vueltas finales trepidantes y un desenlace incierto hasta los últimos metros, porque el italiano tampoco pensaba rendirse en modo alguno.

Le salió bien la apuesta al ilerdense como pudo salirle mal. Cierto es que juega con un colchón de puntos que le permite asumir tales osadías, pero nunca se debe de olvidar que el riesgo de una caída cuando se compite al límite puede complicar las cosas en el momento más inoportuno. Que le pregunten a Lorenzo viendo la carrera desde la tele tras su accidente en los entrenamientos... Márquez reconoció al acabar que también le animó en su esfuerzo dejar abierta la posibilidad de proclamarse campeón en Japón, en el circuito de Honda, y las matemáticas le dan la opción con relativa sencillez. Si lo consigue será una bonita forma de hacerlo por su marca, aunque no hay que perder el foco de que lo realmente importante es el alirón y dónde entonarlo es algo accesorio.