El límite salarial, los fichajes "con cariño" y el extraño caso de Malcom

Problema controlado. En las oficinas del Barça, sección economía, se les ha quitado la cara de susto que vistieron durante un año. La masa salarial del club, es decir, de la primera plantilla, estaba disparada y obligaba a la entidad a rascar beneficios de debajo de las piedras. A día de hoy, según Òscar Grau, CEO del club, se ha estabilizado. Según las cuentas que presentó el club en el avance presupuestario, este capítulo pasará de los 520 millones actuales a los 492. Esos 28 millones de menos se explican porque la plantilla es más corta y porque jugadores con fichas muy altas (Iniesta, Neymar o Mascherano) han abandonado la entidad. Según el club, esa masa salarial suponía el 70 por ciento del presupuesto y en el nuevo ejercicio bajará al 66.

Criterios. Los números, y más en fútbol, son interpretables. Todo depende de como cuentes. Pero más allá de lo que se meta en el saco (aquí está el debate si las amortizaciones deben o no entrar en la cuenta o si las ventas por jugadores deben de ser gastos ordinarios o extraordinarios), el Barça tenía y tiene un problema con la masa salarial. Evidentemente, el dinero debe de estar en el campo y la entidad está obligada a comprar a los mejores jugadores para ganar títulos. Esto no es una sociedad que reparta dividendos, lo que debe de hacer es repartir alegría entre sus aficionados. Es por eso que cada uno de los fichajes, que todos cuestan un Perú, deben de mirarse con lupa y elegirse concienzudamente.

Nada para Navidad. En este contexto, por tanto, no se entiende que sigan sonando para el Barça jugadores como Pogba, cuyo salario volvería a poner cara de susto en los inquilinos de la planta económica que volverían a verse ante un sudoku de difícil resolución. Es por eso que Grau ya adelantara que de cara al mercado invernal no está presupuestado “ningún fichaje”. Es decir, Valverde puede ir ahorrándose la carta a los Reyes, que no está el horno para bollos. No obstante, los ejecutivos se guardan la carta de mirarse las peticiones del técnico “con cariño”. Eso, mientras le ponen velas a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro para que Alba no se constipe.

La inversión de Malcom. Es de imaginar que los de la caja y los del banquillo se miran con recelo. Unos ven que se han gastado 41 millones en Malcom (el fichaje más caro del curso) para que no juegue nunca, mientras que el técnico siempre pide más. Pero eso sí, todo con cariño.