El clásico derbi contra Ramos

Hace más de una década, cuando la herida de la salida de Sergio Ramos al Real Madrid aún estaba lejos de suturarse, el camero achacó el odio con el que era recibido en Nervión a que “los sevillistas son muy rencorosos”. Poco después se disculpó argumentando que se refería a unos pocos, no al grueso de la afición sevillista. No hace mucho lo refrendó encarándose con los Biris y aplaudiendo al resto del estadio, pero la afición ha preferido tomar partido por sus ultras antes que por un jugador que fue formado en la entidad y que anhela ser recibido como lo era Daniel Alves o como lo es Ivan Rakitic. No lo ha sido hasta la fecha y no lo va a ser esta noche, puesto que en Nervión se toma como una provocación la motivación con la que el capitán madridista acude al Sánchez Pizjuán.

No es lo ideal, por supuesto, y todo insulto es reprobable e injustificado. Sin embargo, el comportamiento de Ramos y la hostilidad con la que es recibido en la que fue su casa quizás tiene buena parte de culpa de los números que el Sevilla acumula en su feudo ante el Real Madrid en los últimos tiempos. A falta de derbi, que no se espera hasta el Domingo de Ramos, el sevillismo vive su particular derbi contra Sergio Ramos y, por extensión, ante el Real Madrid. Ya no es cuestión ni de polémicas arbitrales, puesto que, en comparación, el Barcelona ha sido favorecido por las decisiones arbitrales en el Sánchez Pizjuán mucho más que los blancos en los últimos tiempos y no es recibido con esa hostilidad. Es mirar a lo que se anhela ser, es sentirse el ‘Real Madrid de Sevilla’. Es, en definitiva, un clásico moderno.