Regresa el caso Benzema

El Espanyol perdió su condición de amable visitante del Santiago Bernabéu (no gana desde 1996) y le ofreció más que resistencia al Real Madrid, que llenó el campo después de la frialdad inicial de la hinchada. Los buenos resultados y el excelente rendimiento frente al Roma han tirado de la afición, un poco decaída después de un verano sin fichajes de primera línea y de la salida de Cristiano Ronaldo, mascarón de proa del madridismo en los últimos años. 

El partido habló mejor del Espanyol que del Real Madrid, atacante y laborioso pero sin remate. Faltaron Marcelo, el grande del equipo desde el lado izquierdo, Kroos, un jugador trascendental, y Gareth Bale, la mayor y mejor garantía de gol desde el traspaso de Cristiano a la Juve. La alineación obligó a colocar el foco sobre Benzema, que venía de ofrecer dos actuaciones preocupantes. Discreta en San Mamés, mediocre contra el Roma.

En una victoria muy sufrida, el Real Madrid no encontró a Benzema y Benzema hizo muy poco para que le encontraran. El esfuerzo general, concretado en una intensa presión alrededor del área del Espanyol, produjo la recompensa esperada, tanto por la energía y el orden en el intento de recuperar la pelota como por la convicción del equipo de Rubi en el juego corto. No es fácil mantener el criterio y las ideas en el Bernabéu. En este sentido, el Espanyol salió fortalecido. Llegó con fama de cuidar la pelota y elaborar con paciencia, y así fue. Predicó con el ejemplo y con un excelente futbolista, Marc Roca, que gobernó el partido con mucha clase.

No se desarmó el Espanyol, a pesar del asedio inicial del Madrid. El plan de Lopetegui funcionó hasta el área, el territorio donde Benzema tenía que marcar diferencias. No lo hizo. Regresó el delantero melancólico, esta vez sin la coartada de su inteligencia para asociarse con los centrocampistas y generar espacios en el área. Participó muy poco en el juego y nada en el remate. Lopetegui le cambió contra el Roma y el sábado volvió a sustituirle.

Átono. Partidos como estos solían desesperar al Bernabéu, donde hasta los partidarios más recalcitrantes de Benzema reconocen que suele entrar en fases inexplicables de atonía. Se utilizaba el argumento de su peculiar relación con Cristiano, en la que el delantero francés supeditaba todos sus recursos en favor de la gran estrella del equipo, pero en los últimos partidos Benzema ha regresado a su vieja condición, como si el gol no fuera un mandato obligatorio.

Tres días después de salir ovacionado en la Liga de Campeones, ovación que no se correspondió con la nota que mereció en el partido, el público le dedicó una tibia despedida cuando le sustituyó Mariano. Está claro que bajará la temperatura en la adhesión a Benzema si mantiene esta línea descendente. Al Real Madrid apenas arañó en el área, un defecto que no se puede permitirse. Benzema es más esencial que nunca para el equipo. Regresará Bale y marcará goles. Mariano también le vendrá bien al equipo, si mantiene su crédito como estricto goleador, pero los objetivos del Real Madrid, que son los máximos, serán muy difíciles de alcanzar si Benzema se empeña en la atonía que, de repente, vuelve a caracterizarle. Es decir, si regresa el caso Benzema.