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Un muro llamado Unai Simón

Puntito o puntazo. “Finalmente, después de 336 largas horas el vigente campeón de Europa vuelve a pisar el césped. Vamos Real!!”. Christian Paredes, entusiasta integrante de la Peña Sur de California (Estados Unidos), me envió ese mensaje minutos antes de empezar el partidazo de San Mamés. Es normal que el Madrid levante tantas expectativas entre su gente, pero no había que olvidar que Bilbao es una plaza complicada y los blancos, históricamente, lo saben de sobra. Como dijeron Julen Lopetegui y Sergio Ramos tras la batalla “en el Madrid nunca sabe bien un empate”, pero el despliegue físico del Athletic fue tan brutal y las paradas de Unai Simón tan espectaculares que quizás no se podía esperar un botín más lustroso. Veamos la botella medio llena. Con la presión brutal que exige Berizzo a sus hombres, muchos equipos van a caer en el Botxo. No veo al Barça paseándose aquí. Cuando llegue mayo, lo mismo vemos este puntito como un puntazo...

Ambientazo. Si por la tele y por los sonidos del Carrusel impresionaba el sonido ambiental que llegaba del Nuevo San Mamés, es de imaginar lo que se vivió in situ en la Catedral. Es imposible guionizar un Athletic-Madrid sin varias descargas de alto voltaje. Me lo contó en su día Lopetegui, que conoce bien esta tierra. Él es de Asteasu, a 112 kilómetros de San Mamés. Y como nos contó un día Elías Israel, Julen tiene, como la película, ocho apellidos vascos: Lopetegui, Agote, Aranguren, Arteaga, Eizmendi, Kalparsoro, Usabiaga y Ugartemendia. Quizás por eso sorprendió que de inicio no diese entrada a Casemiro, curtido en este tipo de partidos fieros y bravos. El problema no fue Ceballos, sino Kroos. Ese no es su sitio.

El factor Simón. El resultadismo no debe desviar el frío análisis de lo sucedido. El líder Barcelona se encontró con tres puntos de oro en Anoeta por dos errores de Rulli y tres paradas magníficas de Ter Stegen. Y tres horas más tarde Unai Simón ofreció un recital de paradas que determinaron el empate final. Los porteros también deciden. Me quedo con dos paradones. Una mano firme abajo tras un tirazo de Modric, que encima fue desviado por un zaguero del Athletic, y un mano a mano salvado a Asensio con una calidad digna de estudio. Ahora entiendo que el Athletic vendiese a Kepa al Chelsea. Este Unai Simón tiene una pinta magnífica. Y en verano estaba cedido en el Elche. Lo que es el fútbol...

Isco, ‘gigante’. El malagueño de oro puso su cabeza bien amueblada para poner el 1-1 en el momento en el que el partido echaba chispas. El pase de Bale, con la derecha, fue maravilloso. Y la definición, digna de un nueve. La tocó con el parietal junto al palo. La única manera de eludir el muro de Unai.

Raúl García, así no. No es nuevo porque es reincidente en la materia, pero empieza a ser cargante que Raúl García se empeñe en crispar estos magníficos duelos con un repertorio de actuaciones que jamás pondríamos en un clínic formativo para niños. Siempre busca el choque cuando la pelota ya ha pasado, finge agresiones que no recibe, protesta airadamente al árbitro y, cosa inaudita, termina el partido sin ver una sola tarjeta. Creó tal dislate emocional que al Madrid lo reactivó y al Athletic lo despistó. Ahí llegó el 1-1...

Futuro. Sigo creyendo en este equipo y LaLiga es un objetivo claro. Estar a dos puntos es una minucia. Esta batalla promete. Será una Liga espectacular.

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