Ese Atlético del código binario de Simeone...

Un amigo mío lo llama 'el Atlético del código binario': 1-0, 0-0, 1-1, 0-1... Una caricatura claro, porque no siempre es así, pero crece la imagen de que eso es lo que le gusta a Simeone. Un gol, a ser posible en un saque a balón parado sobre el área contraria, y luego a esperar que el tiempo haga el resto del trabajo y el partido acabe así. Partido a partido. Así ha ganado muchas cosas Simeone, hasta conseguir de este tiempo el más feliz en títulos de la historia del club, o tanto como el que más. Desde la modestia, la austeridad, el rigor, el trabajo. Simeone llegó a ser mirado como un modelo social. Y con razón.

Pero ha pasado el tiempo, el Atlético ha crecido, gracias a él, y empieza a echarse en falta algo más en su oferta. Griezmann es el jugador mejor pagado de esta ciudad, por delante de las estrellas del Madrid. Sólo así se impidió su salida al Barça. Pero aparte de él, hay otros jugadores de importancia y brillo y en la grada empieza a crecer un run-rún. Se han vivido con ilusión y hasta entusiasmo los años en los que el Cholo ha administrado admirablemente la escasez. Con menos que el Madrid y el Barça les birló una Liga y ha estado cerquísima dos veces de ganar la Champions. Por eso se le ha perdonado la ausencia de espectáculo.

Pero empieza a saber a poco. Hay unas recientes generaciones de atléticos que llegaron con el club en Segunda y han visto a Simeone como un redentor, porque lo es, y como a tal le veneran. Pero hay otros anteriores, cuya memoria guarda recuerdos del doblete de Kiko y Caminero, o antes, del tiempo de Ufarte, Luis y Gárate, o más allá, de Peiró y Collar. Para ellos, el tiempo de la provisionalidad ha pasado. En la plantilla hay futbolistas excelentes que dan para hacer algo más que un golito al Rayo y meterse en el área confiando en que Oblak remedie el último trance. Esos empiezan a impacientarse.