Sobre el buen hacer de Julen

Cuando una persona entra en un nuevo trabajo para sustituir a otra ocupando exactamente las mismas funciones, puede tener el defecto de referirse constantemente a lo que ocurrió antes de su llegada. Con esta perniciosa voluntad de desmarcarse, de mostrar que, con ella al mando, las cosas van a cambiar. En el fondo esta forma de actuar desvela una falta de confianza en sí mismo. Tuvimos un ejemplo muy revelador en un pasado reciente cuando Rafael Benítez se sentó en el sitio del que quedará para siempre como el “entrenador de la Décima”. El técnico español quiso, desde el primer día de Valdebebas, modificar tantas cosas de las habituales con Carlo Ancelotti, un hombre muy querido y muy admirado en el vestuario, que estuvo diseñando rápidamente las bases de su fracaso.

Julen Lopetegui no está cometiendo el mismo error. Porque es demasiado inteligente y demasiado seguro de sí mismo (y de su legitimidad) como para querer cortar abruptamente con la época de Zinedine Zidane. No buscó excusas en lo que pasó la temporada pasada con el míster francés para justificar la derrota en la Supercopa de Europa y sus palabras y sus actos denotan un gran sentido común asumiendo cierto tipo de continuidad con el método de Zizou. Afirmando como ayer, por ejemplo, que “el estilo son los jugadores”. Una filosofía que ha dado tres Champions de manera consecutiva y que Julen respeta. Sin que eso le impida tener una fuerte personalidad propia en el papel de entrenador del Real Madrid y unas características de dirección de equipo que ya se están notando sobre el campo.