A las cuatro y media de la madrugada ya asomaba el sol en Tallin y seguidores de Atleti y Real Madrid alternaban como lo habían hecho durante el día por esta bonita ciudad de Estonia. Ni un reproche ni un problema importante. Una nueva final madrileña dejó patente que existe una gran rivalidad pero llevada a buen término. Este comportamiento sería lo más normal, pero en el fútbol sabemos que no siempre sucede así. Una vez más hay que destacar que los seguidores supieron divertirse sin necesidad de incomodar al rival. Como en Lisboa y como en Milán. En Tallin el Atlético reunió más hinchas y se dejaron notar más desde incluso el domingo. Sin embargo, hasta esta ciudad se desplazaron muchos seguidores de localidades cercanas y, en este caso, se decantaban por el Madrid. La afición local, que conocía más a los jugadores madridistas, terminó aplaudiendo al Atlético, un equipo que también salió vencedor en ese plano.
El taxista que nos llevó al aeropuerto lamentó la derrota madridista. El simpatizante llevaba en su móvil fotos de su hijo con la equipación blanca. Las muestra orgulloso. “El equipo sin Cristiano no es nada. El Madrid en ataque eran dos contra una gran defensa como la del Atlético”. El hombre no dejaba de darle vueltas a la baja del portugués. No entendía que mientras el Atlético se ha reforzado bien, su equipo parece haberse debilitado. Esa fue la sensación del encuentro. Una y otra vez volvía a lo mismo, a Cristiano. Mientras el hombre seguía dando explicaciones al 2-4, los últimos seguidores llegaban a sus hoteles. Sin dar problemas. Como pasó en esta final.