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Súper decepción. En el minuto 78 los madridistas ya festejábamos mentalmente un título más. El 14º internacional consecutivo desde el año 2000. Tercera final europea ganada a los vecinos del Atleti. Sobrevivíamos a las dolorosas marchas de Zidane y Cristiano sin sufrir grandes daños colaterales. La vida seguía sonriéndonos. “Somos el Madrid y no hay quien pueda con nosotros”, pensábamos entre sonrisas pícaras provocadas por nuestro demoledor currículo. Pero en ese instante Marcelo quiso hacer magia, cuando le sale es una gozada, y perdió una pelota absurda que desembocó en el 2-2 que dio la vuelta a todo. A la final, al estado de ánimo de los dos equipos, a la atmósfera de Tallin... Ese error le dio vida al enemigo, que este año se ha comprado un ático de lujo con vistas y ha cambiado el bocata de mortadela por las insuperables gambas rojas y blancas de Denia... El Atleti no se rindió nunca gracias al espíritu de Diego Costa, que es un dolor de muelas desde el minuto 1 (en 49 segundos nos provocó la primera perforación de estómago) al 109 (cuando el Cholo le dio el premio del banquillo). El Madrid debe reaccionar y no debilitarse entre lamentos. Leí este verano una interesante entrevista a Rick Astley, una leyenda del pop británico, y me quedé con una frase que nos vale para analizar mejor el proyecto de Lopetegui que acaba de arrancar. El bueno de Rick dijo: “Hay que celebrar el pasado, pero no vivir en él”. Una terapia perfecta para que el Madrid crezca sin tener que ponerse brackets en su blanca dentadura. Pero asumamos que más palos como el de la noche báltica de Tallin provocarían una nostalgia imparable de Zidane y Cristiano. Ellos parecían tener la pócima del éxito eterno. No volverán...

A tope con el míster. Conozco este club y ahora empezarán las dudas, incluso desde dentro, por lo acontecido en este triste euroderbi. Pero hay que bajar la muleta y meditar con calma. Lopetegui tiene claro el proyecto en su cabeza bien amueblada y hay que darle todo el apoyo del mundo para que trabaje con serenidad y sin movimientos sísmicos. Y hay que mirar la caja y lanzarse al mercado. Un killer del área es necesario. Benzema metió un golazo y está muy bien, pero no podemos pedirle que facture 30 goles cuando no es su especialidad. Y un central con experiencia también es preciso. En realidad, el Madrid perdió en Tallin por sus concesiones atrás. Varane regaló el tercer gol. Sólo el cuarto gol de los rojiblancos no tuvo responsabilidad en la zona de seguridad de los todavía vigentes tricampeones de Europa. No olvido de dónde venimos...

Rosa de España. Fue aquí. En el Saku Surhall de Tallin. Festival de Eurovisión. Aconteció el 25 de mayo de 2002, sólo diez días después de la conquista de la Novena con el golazo de volea de Zidane y las paradas milagrosas de Casillas. Rosa, nuestra Rosa de España, paralizó a todo el país con su Europe is living a celebration (Europa vive una fiesta). Una letra que el Madrid intentó aplicar y aumentar en la capital de Estonia para redondear estos años felices. Pero nos pasó como a Rosa. No cumplimos las expectativas...

Bajonazo. Me da pena este fiasco por vikingos nobles como los de la peña La Fresneda de Oviedo y por mis amigos de la peña de Isla Cristina (Huelva), que se llevaron este verano un disgusto de órdago al incendiarse por completo su sede social. Su trabajo colectivo para rehacerla de nuevo es digno de su madridismo de bandera. No se merecían este nuevo palo...

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