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Michael Andrew, el campeón contra el sistema

Contra todas las previsiones, el joven Michael Andrew (19 años) ha oscurecido la figura de Caeleb Dressel en los Campeonatos de Estados Unidos de natación. Dressel, ganador de siete oros en los pasados Mundiales, parecía invencible, pero en los Nacionales se ha humanizado. Andrew le derrotó en los 50 metros libres y mariposa, dos victorias de gran calibre para un nadador singular. Sus padres le hicieron profesional con 14 años, después de ametrallar los rankings infantiles norteamericanos. Cinco después, Michael ha saltado al primer escalón de la natación mundial.

Su despliegue en los campeonatos ha sido apabullante. Andrew, que ha batido todas sus marcas personales, ganó las finales de 50 metros libres, braza y mariposa. Sólo se le resistió una prueba: terminó tercero en los 50 metros espalda. Su cosecha se amplió con la victoria en los 100 braza y un excelente tercer puesto en los 100 mariposa, donde Dressel se recuperó de sus discretísimo recorrido con un tiempazo: 50.50 segundos. Para Michael Andrew significa un nuevo vuelco en su carrera. El discutido ingreso en el mundo profesional se legitima ahora con su nueva consideración: es el mejor especialista en las distancias cortas de la natación estadounidense. Y eso nunca es una broma.

Hace cinco años, Andrew era noticia por dos razones. Su facilidad para romper récords nacionales desde niño ----ha batido más marcas que Michael Phelps y que cualquier otro en la historia---- y el sorprendente contrato que firmó con P2Life, empresa de suplementos alimenticios. Lo más parecido a un precedente remitía a Michael Phelps, que ingresó ----la marca de bañadores Speedo le ofreció un contrato millonario---- en el mundo profesional con 16 años, tras participar con 15 en los Juegos de Sydney 2000 y batir el récord del mundo de 200 mariposa en 2001.

El caso de Michael Andrew es muy diferente. Era un gran nadador infantil, pero estaba lejísimos de participar en Juegos Olímpicos, Campeonatos del mundo y, mucho menos, de batir de récords mundiales. Promesas como Andrew son tan frecuentes como la considerable posibilidad de fracasar. La natación estadounidense también se ha escrito con historias de supernovas juveniles que desaparecieron sin dejar rastro.

Detrás de Andrew hay una historia que tampoco es novedosa en Norteamérica. Hijo de surafricanos ----sus padres se trasladaron a Estados Unidos en 1997----, su destino como nadador estaba escrito desde el nacimiento. Su padre, Peter Andrew, ex militar de la Armada de Suráfrica, se instaló en el estado de Kansas, construyó una piscina cubierta de dos calles en un edificio adyacente a la acomodada casa familiar, adiestró a su hijo y no tardó en observar sus grandes condiciones naturales. Dirigido desde niño por su padre, la parte empresarial correspondió a su madre Tina, conocida por sus participaciones en el concurso televisivo Gladiator.

Equilibrio. Tina Andrew ha sido la encargada de supervisar los contratos de su hijo en los últimos cinco años. Al acuerdo con la compañía de suplementos nutritivos se añadió Adidas en 2015. Si la parte económica ha funcionado más que bien, la deportiva ha mantenido una línea ascendente, aunque controvertida. La familia Andrew decidió desde el principio resistirse al sistema que impera en Estados Unidos. Lejos de entrar en la dinámica colectiva ----club social, competiciones escolares hasta los 18 años y cuatro años en el celebrado ámbito deportivo universitario----, los Andrew prefirieron singularizar la preparación del joven nadador. De alguna manera, han funcionado como un laboratorio particular.

Su ingreso en el mundo profesional le impidió participar en las competiciones escolares y universitarias ----atiende por internet a sus estudios en la ultra conservadora y cristiana Liberty University----, decisión que no le generó simpatías en el mundillo de la natación, donde el escepticismo sobre Andrew ha sido mayor que el entusiasmo. Su adiestramiento tampoco se ajusta a las normas habituales. Peter Andrew considera que muchos de los mitos sobre el entrenamiento son falsos y contraproducentes. “Usain Bolt no se entrena en maratones para correr los 100 metros”, ha afirmado numerosas veces. Su visión de los entrenamientos está basada en las teorías del australiano Brent Rushall, profesor en la Universidad de San Diego y gurú del Ultra Short Race Pace Training (USRPT). En términos generales, la técnica consiste en prácticas cortas, extremadamente intensas, que simulan al máximo las condiciones competitivas. Calidad sobre cantidad, es la divisa, no sin una gran controversia en el universo técnico estadounidense.

En los últimos cinco años, Andrew ha sido un fijo en el circuito profesional, un nómada juvenil expuesto al minucioso escrutinio deportivo y mediático. Su versatilidad es tan extrema como su eficacia en las distancias ultracortas (50 metros), aunque sus progresos en los 100 metros braza (campeón de Estados Unidos) y 100 mariposa (3º) son tan notables que ya figura entres los mejores del mundo. No se sabe aún si su tremenda explosividad le permitirá acreditarse como figura en las pruebas de 50 o si alcanzará registros de gran calibre en pruebas como los 100 metros libres, donde su mejor marca, obtenida en los recientes campeonatos, es 49.87 segundos, un registro irrelevante, impropio de un nadador que acaba de lograr el cuarto mejor tiempo del mundo en los 50 libres, con 21.49 segundos.

Realidad. El debate sobre su progresión se mantiene, pero Michael Andrew es una realidad indiscutible. Su brillante despliegue en los campeonatos nacionales ha disipado los malos presagios de sus críticos. Es más que una estrella emergente. Es uno de los atletas norteamericanos más atractivos para el negocio deportivo, donde no entienden de polémicas técnicas. Lo que cuenta son los resultados, y los de Michael Andrew son excelentes.