Sea bienvenida la Supercopa en Tánger
Ya es oficial: la Supercopa de este año, que enfrentará al Barça y el Sevilla, se jugará fuera de España. Es la primera vez que esto ocurre. Esta práctica la puso en marcha ya hace tiempo Italia, que empezó hace 25 años, en Washington, y luego ha alternado escenarios locales con otros tan diversos como Nueva York, Trípoli, Doha, Pekín o Shangai. España se estrena cerquita, en Tánger. Allí jugaron el año pasado Mónaco y PSG la francesa, en el mismo coqueto estadio que lleva el nombre de Ibn Battouta, que viene a ser el Marco Polo del mundo árabe. Sus viajes, relatos y mapas a lo largo de veinte años en el siglo XIV son uno de los grandes logros de la Humanidad.
Será el 12 de agosto. A mí me gusta, aunque se haya llegado a esta decisión sin consenso pleno y con el Sevilla enfadado. No habrá doble partido y el Sevilla, fiado en la práctica de tantos años, había metido la Supercopa en el abono. Recibirá, como el Barça, un millón de euros, los gastos del viaje y seis mil entradas para sus aficionados. Además, Tánger les pilla cerca y es una ciudad magnífica, en la que aún es fácil desenvolverse en nuestra lengua. Como en todo Marruecos desde hace mucho allí hay un tremendo seguimiento del fútbol español. Su oferta ha venido de perlas, porque resultaba imposible hacer este año la competición en dos fechas.
El Sevilla tiene los jueves comprometidos con la Europa League. Proponía los domingos 5 y 12. Pero el Barça tiene partido de la Internacional Champions Cup en la madrugada del 4 al 5 y contraproponía los días 12 y 19, ésta ya fecha de LaLiga, y Tebas se opuso. El problema es que el calendario no da más de sí. La queja del Sevilla es que el Barça ocupó la fecha del 4 al 5 sin encomendarse a nadie y que se le ha sacado de un problema que él creó a costa de forzar al Sevilla a incumplir con sus abonados. No deja de ser verdad, pero había que afrontar la Supercopa a un partido porque cada año hay apreturas. Tánger nos da la posibilidad. Bienvenida sea.