¿La solución a todo esto? No está ni en las vallas ni en la policía. Respeto, educación y comprensión del aficionado hacia un ciclista que va indefenso y solo trata de disfrutar de su trabajo. Yo viví un año en una cronoescalada de la Vuelta al País Vasco cómo los aficionados tenían que pagar para acceder. Una solución inviable para un deporte que si por algo se ha caracterizado es por la libertad que se le da al aficionado. Su respeto al ciclista, al igual que se regule el tema de las motos, otro gran peligro, debe llevarse a cabo por el bien de este deporte.