Dos selecciones a la carrera
Una idea similar. Francia y Bélgica se mirarán al espejo en San Petersburgo. Se adivinan muchas semejanzas futbolísticas entre ambas selecciones. Son equipos muy talentosos, con dificultades en la construcción de juego ante defensas colocadas (65 y 60 ataques posicionales por partido, respectivamente) y amenazantes en las transiciones. Han brillado en situaciones que les han brindado espacios (cinco goles belgas han sido a la contra). Ese fue el guión con el que Bélgica descosió a Brasil.
Vertical. Engrandecida por el plan de Roberto Martínez, Bélgica se proyectó en los cuartos con 21 contraataques y una propuesta directa (dio 39 pases de más de 40 metros). Mordió tras recuperación (55 en total). No hubo ni rastro de sus descubiertos cuando le toca tomar la iniciativa. La complicidad de Hazard y De Bruyne (64 pases entre ellos en el torneo) y la amplitud de las alas se establecen como su mayor garantía ante rivales cerrados.
El reflejo de Mbappé. Sólo el 7% de los ataques posicionales de Francia han sido finalizados. Los de Deschamps también son otros si pueden correr. Se personifica en Mbappé. Con sólo un 41% de posesión de balón de Francia, su velocidad punta (37,4 km/h) y número de aceleraciones (34) fundieron a Argentina en octavos. Sin embargo, ante la rocosa Uruguay, se perdió su potencial. No fue por falta de intervencionismo. Mbappé protagonizó 64 acciones por las 61 del día de la albiceleste.
En las alturas. Ambas selecciones acuden a Giroud y Lukaku para solventar sus imperfecciones creativas. Son los jugadores con más disputas aéreas por partido (diez de Giroud y cinco de Lukaku). Bélgica siempre ha tenido un registro más. Martínez invocó a la ventaja aérea, sacó a Fellaini y sintetizó su ofensiva con centros (19, once más de su media) en la remontada exprés ante Japón. Bélgica se rehízo por arriba y con la contra final finiquitada por Chadli.