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Estuvo muy cerca. A puro corazón, Colombia llevó un partido difícil hasta los penales. Luchó contra la ausencia de James, sus debilidades, los pronósticos e incluso el juez. El equipo tuvo el coraje que representa Mina y ese gol cuando todo parecía perdido. Queda el trabajo y el proceso de seis años que llevaron al equipo a competir siempre entre la élite. Las lágrimas de Ospina, Bacca, Mateus y James son el símbolo de una generación que siempre creyó que merecía más.

Termina la historia de Colombia en Rusia 2018 y seguramente el ciclo de Pékerman, pero el legado del entrenador argentino marca el camino para lo que viene. El recambio que inició tras Brasil 2014, deja un grupo de jugadores jóvenes que pueden mantener el nivel del fútbol nacional entre los equipos que pelean por llegar algún día al séptimo partido. Con 26 años, James tiene talento para llegar a Qatar 2022.

A pesar del dolor de la eliminación, el Mundial deja pruebas de que los jugadores colombianos tienen hambre y profesionalismo. Mina volverá a su club (o a donde lo transfieran) con la convicción de que es mucho más que las estadísticas del Barcelona. Se va de Rusia con tres goles, experiencia y confianza renovada. Es también la metáfora perfecta de cómo Colombia se ha rebelado en los últimos años a su historia y como él muchos otros en camino.