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Sobrevivir a una mala noche de Modric

Superó Croacia todas las adversidades posibles, las que le puso un Schmeichel descomunal, una Dinamarca impenetrable, un partido áspero. Las grandes selecciones lo son cuando consiguen ganar en los días malos, además de en los buenos. El carácter competitivo croata, balcánico en general, le hizo superar una situación trampa que a otros equipos les lleva por delante. A España una horas antes, sin ir más lejos. Croacia tuvo más alma. En todos los deportes y en todas las competiciones son capaces de rendir muy por encima de países de su mismo escalón, y este Mundial no es una excepción.

Cuenta Dalic con una generación maravillosa que está en la edad perfecta, además. Modric -contrariado por fallar un penalti previo que hubiera ahorrado bastante angustia-, Rakitic o Mandzukic están ante el reto de igualar la gesta del equipo que alcanzó las semifinales en el 98. Ya sólo les queda un peldaño frente a la anfitriona Rusia, un paso que parece asumible pese al subidón anímico de los rusos tras eliminar a España. Difícil que repitan gesta los anfitriones. Y difícil que Croacia afronte ese partido como lo hizo La Roja. Su carácter, su espíritu y su personalidad probablemente sean la antítesis de los de nuestra Selección. Por eso una está en casa y la otra en cuartos. Al fútbol se juega con pasión. En los días buenos, sí, pero también en los malos. Ahí aparecen los equipos de verdad. Cómo Croacia.