España pasó jugando a la ruleta rusa

Pasamos primeros de grupo, pero de puro milagro. Jugando mal ante Marruecos, con los violinistas, salvo Isco, desafinados, con el equipo desdibujado y con el portero tan inseguro como en los partidos anteriores. Pero pasamos primeros de grupo por un gol final de Iago Aspas, que el VAR certificó por milímetros tras haberlo anulado el árbitro, y porque simultáneamente el propio VAR concedió un penalti a favor de Irán que fue el 1-1 ante Portugal. Previamente, hay que decirlo, Cristiano había fallado un penalti, rara avis. Ser campeón de grupo interesaba, porque más allá de los octavos, contra Rusia, se abre un panorama bueno.

La buena noticia es esa, el primer puesto. Otra buena noticia es que Isco está fenomenal y que Iago Aspas cuando comparece muestra una codicia envidiable. Pero lo demás son malas noticias. Silva no está. Iniesta suelta alguna pincelada, pero no es el de la final de Copa. Thiago puso poco. Los laterales tampoco están de dulce. El equipo no hila ese juego suyo de posesión, de tiqui-taca, de dominio, que aburre a los contrarios y les saca del partido. Llevamos años viendo eso, lo perdimos un tiempo, se recobró en la fase de grupos, pero ahora no sale. Y persisten los defectos de siempre: el equipo se recoge mal, los centrales van de sobradillos. Y el portero...

“Es la hora del entrenador”, sentenciaba Cañizares en la transmisión de Carrusel. Hierro sacudió el equipo muy al final, con las entradas de Iago Aspas y Asensio primero y la de Rodrigo después, pero fue quizá más un acto desesperado que otra cosa, aunque funcionara. Pero la sensación que me queda es que hay que reinventar el modelo, salvo que Iniesta y Silva, sobre todo este, levanten el vuelo. Es una decisión difícil de tomar, y más difícil de ejecutar, puesto que estamos en pleno Mundial. Es como cambiar de caballo a mitad del río. Pero si el caballo se ahoga, no hay más remedio. Hay tiempo para pensarlo, pero esto no va.