Las siete vidas de Thiago Silva

Thiago Silva es un caso aparte en la historia del fútbol brasileño. Nadie cuestiona su calidad como futbolista. Es indiscutible, uno de los mejores centrales del mundo. Posiblemente, uno de los mejores defensas que hayan vestido los colores de la canarinha nunca. Es bueno en el uno contra uno, en las jugadas de estrategia, tiene técnica, visión y pase. Es un defensa completo. El problema es que en Brasil nadie se fía de su estabilidad emocional cuando su equipo está contra las cuerdas.

Hoy Thiago vuelve a ser capitán de la selección en un Mundial. Vuelve en un partido decisivo, donde Brasil está prácticamente obligado a ganar. Cuatro años después de hacer el ridículo ante todo el país cuando tuvo que ser amparado cuando lloraba desconsoladamente antes de la tanda de penaltis con Chile en los octavos. Será su 31ª capitanía con Brasil aunque tan solo la segunda bajo el mando de Tite. Y no lo será hoy por casualidad. La elección del técnico es una forma de decir que el fiasco de hace cuatro años está superado. El problema es que, un tropiezo hoy, sería aun más catastrófico.