CAMACHO

Casemiro, Maluma y sólo Margot recibiendo a la selección sueca

Ignacio Camacho
Redactor de Fútbol Internacional de Diario AS desde 2018. En 2013 entró en AS como becario y en 2015 hizo el Máster UAM-El País, que le permitió volver a entrar en el diario en 2016. Desde entonces AS es su casa. Escribe de fútbol internacional, las categorías inferiores de la Selección y, cuando le dejan, de cine.
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Elogios. Aunque parezca difícil, hay un jugador en Brasil que le roba unos poquitos elogios a Neymar. Se trata de Casemiro. Felipe Scolari, técnico de la canarinha campeona del Mundo en Corea-Japón 2002, dijo esta semana que el centrocampista del Madrid es el que “de verdad marca la diferencia, no Neymar”. Gilberto Silva, mediocentro titular de aquella Brasil en la que jugaban Ronaldinho, Rivaldo y Ronaldo, también lo ve insustituible: “Es el mejor”.

Seguridad. Noël Le Graet, presidente de la Federación Francesa de Fútbol, no pudo entrar en el hotel de concentración de la selección francesa en Istra, a las afueras de Moscú, después de haber salido sin su acreditación. Los de seguridad no le reconocieron y le prohibieron la entrada. Cuando finalmente logró acceder, se mostró hostil con el operativo. En su enfado, llegó a comparar el hotel con un búnker.

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Artista. El cantante de reggaeton colombiano Maluma, mundialmente famoso por su canción Felices los cuatro, visitó en Moscú a la selección mexicana en su primer entrenamiento en Rusia. Fue invitado por su compatriota Juan Carlos Ossorio, actual seleccionador de México. Al terminar el entrenamiento, Maluma intentó dar una muestra de sus dotes futbolísticas ante unas decenas de fans. Tras dar unas cuantas pataditas, el artista se atrevió a retar al portero mexicano Jesús Corona, guardameta del Cruz Azul, a marcarle un penalti. Le dio realmente mal al balón y lanzó el penalti fuera provocando la risa de los presentes. Lo suyo es sin duda la música.

Incondicional. La llegada de la selección sueca a Rusia fue bastante desangelada. Tanto es así que sólo una aficionada recibió a los jugadores suecos en el aeropuerto de Gelendzhik, una ciudad situada en la orilla del Mar Negro. La fidelidad de la incondicional Margot, de 15 años, sueca de nacimiento y residente en Rusia, no obtuvo recompensa. Ni siquiera pudo saludar a sus ídolos, que salieron del avión directo a un autobús que los dejó en el hotel de concentración.

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