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La mejor frase premonitoria de Guardiola se quedó corta

Recordatorio. Cuando Pep Guardiola se fue habiendo dejado una hoja de servicios que ni John Rambo en los Boinas Verdes, legó una frase que, como tantas otras cosas, debería de estar grabada a fuego en las paredes del Camp Nou: "Ahora que ganamos, el modelo les parece bueno y no se cuestiona, pero tengan en cuenta que no se va a ganar siempre. Y entonces llegarán las dudas. Ese será el momento en el que habrá que confiar más que nunca en el modelo, porque la tentación para apartarse de él será muy fuerte". Tenía razón Pep en todo, pero se dejó un detalle que por aquel entonces parecía imposible: poner en duda el modelo desde la victoria. Señoras y señores, en estas estamos.

Dudas victoriosas. De ninguna forma puede defenderse que el Barcelona haya dejado de ganar. Sigue sumando títulos con una frecuencia que sigue asombrando a los culés old school que levantaban Recopas de vez en cuando. Pero la paradoja es que desde esa victoria, el modelo se ha ido orillando hasta el punto de tener que escuchar esta semana, tras la nueva victoria del Real Madrid en la Champions League con el tsunami de fanfarria habitual, que la solución a los males del Barcelona es ser como el Madrid. Es decir, hacer el ridículo en dos competiciones y mandar con puño de hierro en la más importante.

No lo intenten. Hablan de la receta del Madrid como si eso fuera la fórmula mágica. Cuando ven a un tipo en la televisión saltar con una moto por encima de tres autobuses pasando entre seis arcos en llamas con los pies en el manillar y la cabeza en el sillín te indican "no lo intenten en casa, son especialistas". Pues eso. El Madrid ha nacido para hacer esas cosas. El Barça, para otras, probablemente más complicadas. Por eso gana menos, pero se le recuerda más la forma de conseguir el éxito.

El modelo. Ese del que hablaba Guardiola se remonta a Johan Cruyff y se basa en una manera de jugar al fútbol que muy pocos equipos han podido alcanzar a lo largo de la historia. Cuando el Barça lo ha logrado, mediante una combinación de mayoría de jugadores de la casa, estrellas y descaro, jamás sobró una competición, porque todas se disputaban hasta el final. Como le dijo Pep a Carles Puyol "en el Barcelona ni hay amistosos ni se regalan competiciones". O como resumió Eusebio Sacristán: "La grandeza de Cruyff era ver algo tan sencillo que nadie era capaz de detectar".