Pongamos que hablo de Madrid...

Más allá de los piques sanos y hasta necesarios entre jugadores y aficionados merengues y colchoneros, la Superfinal que va a pillar al personal entre tumbonas y chiringuitos tiene que volver a ser un ejemplo para el mundo futbolero en todos los sentidos. Las dos aficiones ya han demostrado una maravillosa capacidad para convivir tanto en Lisboa como en Milán y en Tallin se tiene que repetir la historia.. Estamos viviendo una época dorada del fútbol madrileño que ojalá tarde en decaer, aunque tiene pinta de irrepetible.

Por eso todos estamos obligados a disfrutarla de una u otra manera. Los jugadores, actores principales de un espectáculo único, intentando ofrecer el mejor partido posible teniendo en cuenta la fecha y manteniendo un comportamiento correcto hasta que se acerque el día; los aficionados disfrutando de cada minuto de la final conscientes de que podemos estar ante ocasión única en la Historia y los periodistas ejerciendo nuestra labor con responsabilidad y buscando rebajar la tensión que se puede generar ante un verano que puede ser largo y plagado de rumores. Cada uno en nuestro papel tenemos la obligación de estar a la altura de un acontecimiento tan maravilloso. Caben las bromas, los piques y los vaciles; sobran las faltas de respeto y las declaraciones fuera de lugar. Quedan más de dos meses y todo un Mundial por delante, pero el 15 de agosto está marcada en rojo porque será la fiesta mundial del fútbol de la capital. Una vez más, Madrid capital de Europa. Y tenemos que disfrutarlo a tope…