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El extravagante caso del Barça B

El mayor presupuesto de Segunda en este curso, 47 millones, ha sido el del Barça B, que con todo y eso ha descendido una semana antes de acabar la liga. El presupuesto no sólo era el mayor de la categoría, también era mejor que el de varios clubes que se han mantenido en Primera: Leganés, Eibar y Girona, y casi equivalente al del Getafe, que a punto estuvo de meterse en Europa. Por supuesto, nada que ver el dinero con el que el Barça ha bajado con el que han manejado los dos ya ascendidos, el Rayo (12,3) y el Huesca (5,7). Eso da idea de la dimensión del descalabro del filial culé, que ha bajado a pesar de atar los perros con longanizas, como se decía antes.

El desastre es mayor si se mira a la luz de lo que supone La Masia, esa academia que produjo a Víctor Valdés, Puyol, Piqué, Alba, Busquets, Xavi, Iniesta y Messi, que armaron un equipo formidable. Por supuesto, no se puede esperar que cada generación iguale o mejore a la anterior, pero el Barça acaba de ganar la Youth League, lo que sugiere que la fuente aún no se secó. La cuestión es que el Barça B no es exactamente el último paso de la cantera. Por una razón difícil de entender, se dedica a fichar intensamente a jugadores de diversas procedencias. Hasta 57 fichajes hizo las últimas tres temporadas, en un modelo extraviado de fiabilidad que acaba en descenso.

No es muy distinto, aunque más barato, por escala, el caso del Castilla, que con seis madrileños y catorce foráneos fue octavo en Segunda B, con un presupuesto que multiplica por ocho el del Rayo Majadahonda, ascendido ya. Hace tiempo que pienso que el descuido del entorno directo es un error de nuestros grandes clubes. La historia demuestra que la gran mayoría de los que cuajan son los ‘locales’, los que se criaron en casa, con sus padres. Hay notables excepciones, como Del Bosque e Iniesta, pero son rarezas. Y sin embargo, Barça y Madrid se olvidan del cultivo de lo propio, desarraigan chicos de aquí, allá y acullá y no logran tener un filial presentable.