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Cayó la Décima. También en baloncesto. En una final trepidante donde el Madrid de Pablo Laso sentó cátedra con una defensa que desarmó a los turcos, para desesperación de ese genio de los banquillos llamado Zeljko Obradovic. Fue el triunfo de la ilusión, del compromiso, de la unidad. El colectivo triunfó en un partido donde las individualidades quedaron en segundo plano. La defensa de jugadores como Causeur, Rudy, Reyes o Tavares resultó determinante.

Sólo el italiano Melli nos hacía daño con sus tiros exteriores, pero el Madrid jugaba con una serenidad que te da la experiencia de saberse un equipo campeón. No olvidemos que en los últimos seis años este equipo ha jugado cuatro finales de la Euroliga. Y ha sido en el año más difícil, con Llull lesionado casi todo el curso, Kuzmic KO desde el principio y muchos cambios sobre la marcha que hicieron a muchos dudar sobre su clasificación siquiera para la Final Four de Belgrado. Tras la paliza recibida en cuartos en Atenas ante el Panathinaikos les dieron por muertos. Error. Al Madrid no hay que darle por sentenciado jamás. 

Llegó el gran día y demostraron la ejemplaridad de este grupo. El Fenerbahçe sólo pudo felicitar a su justo verdugo. El arreón final apretó el marcador, pero desde el último cuarto se vio claro que la Décima no se escapaba. Enorme ver a Felipe Reyes levantando la Décima (con el Increíble Llull al lado). Con 38 años, él personifica lo que este equipazo. Laso ha armonizado tanto talento en beneficio de la colectividad que se merece un monumento en el Palacio de Goya. Un Madrid unido como una roca. Un triunfo que pondera aún más labor que se viene haciendo en esta sección desde que la cogió Laso. Don Pablo. El Ferrándiz del Siglo XXI. Gloria eterna a este equipo. Gloria eterna al Madrid. Como también se gane en Kiev la Champions, será el primer club en la historia que consigue las dos Copas de Europa de fútbol y baloncesto en un mismo año. Lo dice la canción: ¡Reyes de Europa, somos los Reyes de Europa!