Rodri-Bruno: despedida y homenaje
En esta última jornada sin nada en juego, como en todos los estadios, también llega a Vila-real el momento ideal para las despedidas (ciao Soriano), para las oportunidades (¡por fin Salem!) y para los homenajes (enhorabuena Calleja). Pero, sobre todo, para recordar al que fue y será líder del Villarreal: Capitán Bruno. Él, sin poder disputar ni un solo minuto esta temporada por las lesiones, ha sido decisivo. Por un lado, su dolorosa ausencia ha dañado el juego y ha lastrado a la madurez del equipo cuando más falta hacía. Y por otro, su agujero en medio campo obligó a que Rodrigo se colgara los galones de golpe y porrazo para aprovechar una oportunidad que, en condiciones normales, le iba a ir llegando de forma paulatina. El plan era esconderlo mientras renovaba y lo que ocurrió es que explotó y se lo llevará en junio el Atlético.
Independientemente del efecto deportivo, queda lo moral. Bruno ha pasado un calvario. Hace un año jugó su último partido en Mestalla infiltrado. Tenía dolores en la tibia que no se iban, así que se operó el 3 de julio. A los tres meses quiso regresar pero el mal, curiosamente, había ido a más. Así que en los nueve meses siguientes se recorrió el mundo visitando de brujas a eminencias mientras intentaba volver a jugar, acentuando las molestias y disparando su ansiedad. Ahora, parece (rece quien sepa) que por fin la pesadilla quedó atrás y que iniciará la pretemporada. Pese a la ampliación del técnico, el regreso de Pedraza y los intentos para fichar a Bacca, Bruno será la alegría del verano. Hasta que vuelva a apretarse el brazalete, dedíquenle hoy otro cántico emotivo. Lo merece. No es fácil seguir en la grada cuando era carne de Mundial.