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Klopp y todo lo que no es la táctica

Jürgen Klopp no le hace ascos a coger un micrófono cuando descubre uno en una fiesta. Le gusta bailar cuando se encarta y participar de la felicidad y de la tristeza de otros. Se deja llevar por las emociones, disfruta de crear una comunión entre la grada y el equipo. Hubiera sido un gran doctor y se lo estuvo pensando, porque la empatía que siente por el otro es natural. Como hacen todos los entrenadores que creen que el fútbol es mucho más que una victoria o una derrota, necesita sentir que está creando algo especial primero para convencer a los demás (y conseguir así que den más) y también porque le ayuda a cambiar la mentalidad de sus futbolistas, a los que les pide que corran más que nunca, que lo hagan todo a toda velocidad, con toda la intensidad posible, dejando todo lo que tienen sobre el campo.

Por eso es también importante para el alemán conocer a sus futbolistas y sentarse con ellos antes de ficharles. Todo eso es fútbol y Klopp está pendiente de muchos otros detalles que no tienen que ver con la táctica. También es fútbol llevarse al equipo a otro mundo, a otra rutina, antes del partido más importante del año. Se entrenarán, pero los principales logros de su visita a Marbella se conseguirán en las conversaciones casuales entre sus chicos en los pasillos, en el restaurante o en el bar del hotel.