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Eurovisión de Gales. Eso es lo que tiene Bale. Un orgullo que parecía escondido en su timidez galesa y que ha explotado en forma de jugador total cuando todos le dábamos por licenciado para firmar el finiquito y salir rumbo a la Premier. A medida que se ha acercado la final de Kiev, Gareth se ha puesto en ‘modo Eurovisión’ y nos ha deslumbrado a todos. Imagino que a Zidane el primero. El míster le perdió la fe por culpa de esa abulia emocional que desesperó al Bernabéu. Pero como quien no quiere la cosa ha empezado a enchufarlas de todos los colores. Entre el chicharrazo del Clásico y los dos golazos que firmó ante el Celta ha presentado su candidatura para la soñada final del día 26. Estando Bale explosivo, es único. Ante un Liverpool que juega con tres arriba y deja espacios atrás, es el momento de plantearse seriamente su entrada en el once del partido en el que el Madrid se juega toda la temporada. Su segundo gol es para enmarcar. Obra de arte.

Welcome Isco. Y ojo que la lista de espera sigue engordando. Bendito problema para Zizou. Por si a alguien le quedaban dudas de cómo estaba Isco tras su lesión dolorosa de hombro en Múnich, ante el deprimido Celta de Unzué vimos le mejor versión del malagueño. Rápido, presionante, intuitivo y genialoide. Tras el segundo golazo de Bale se picó y puso su sello con el 3-0 en otra maniobra muy de Isco. Recorte hacia fuera y rosca mágica a la escuadra de Sergio. Un ‘iscazo’ que le reivindica una vez más. Yo en Kiev le ponía por delante del tridente mágico: Casemiro-Kroos-Modric. Otro inquilino fijo de la cuadrilla del arte.

Happy Birthday. Marcelo ha cumplido 30 años. Aún recuerdo cuando con 18 añitos llegó en el mercado invernal de 2007 de la mano de Mijatovic y Carlos Bucero. Un lateral diferente, sin ataduras, feliz en el libre albedrío, un ‘freelance’ del fútbol. Su partido 450 de blanco lo consumó con el brazalete de capitán (Ramos descansaba). Justo premio a su lealtad al club que le dio cobijo cuando era un niño y que le ha dado galones y títulos cuando se ha hecho hombre. Marcelo, eres uno de los nuestros. Orgulloso de ti.

Querido papá. Le costó mucho tomar esta decisión. Lógico. Es un madridista irreductible. Mi padre debutó en el Bernabéu como aficionado en la final de la Copa de Europa de 1957 ante la Fiorentina. Ganamos 2-0 (Gento y Di Stéfano). 61 años después, me comunicó hace unas semanas que ‘colgaba las botas’ como inquilino habitual del santuario de La Castellana. A sus 84 años cada vez le cuesta más ir en Metro desde Carabanchel para ir a su cita semanal con el lugar en el que los dos vivimos noches inolvidables cuando yo era un crío y él mi referente (de vida y futbolístico). Ante el Celta se despidió feliz, orgulloso de su Madrid. Mi sobrino Gonzalo, que le ha acompañado fielmente en los últimos siete años para que no fuera solo a su abono, dejó este mensaje en su Instagram que me emocionó: “Hoy se despide la temporada en el Bernabéu, no es un día cualquiera. Mañanas, tardes y noches. Frío, calor y lluvia. Siete temporadas juntos y tú desde el año 1957. Para mí, siempre serás mi gran Capitán. El año que viene no será igual, pero sé que serás uno más desde casa. ¡Hala Madrid!”. Las lágrimas me impiden seguir escribiendo. Te quiero, papá.