La película de acción ideal...
Se le quitaron cosas al Clásico (puntos, obligación de ganar, título en juego) y dio la sensación de que lo que quedó fueron unos chavales que vuelven a ser los mismos que jugaban en la calle y que no tenían muchas ganas de correr (de ir al límite) pero que tampoco querían volver a casa con la sensación de una derrota de esas que duran hasta el próximo Clásico. Así se disputó el partido. Más con emoción que con táctica, las estrellas escogieron sus momentos (Cristiano quiso que su tobillo descansara, Messi se echó el equipo encima cuando tocaba, al principio de la segunda mitad), se jugó a jugadas más que a imponerse con el juego. Casi se puede explicar todo a partir de las decisiones incorrectas del árbitro, que fueron determinantes en parte porque el Madrid no supo imponerse contra diez. A partido igualado, los árbitros cuentan más.
Fue uno de esos Clásicos en que el aficionado extranjero debió empezar a ver con el rabillo del ojo, pero que poco a poco fue atrayendo el interés de todos. Así, en la segunda mitad, me llegaron mensajes de entrenadores ingleses que se quejaban del pobre arbitraje, de aficionados que dejaron de ir al pub para acabar de ver el final del drama, de hinchas blancos que se quejaban de cómo estábamos cubriendo el partido en Sky y de azulgranas con lo mismo. Un británico salió vencedor entre tanto follón: Gareth Bale se ha ganado el derecho a que se le considere para todo, incluida la final de la Champions en Kiev. Así que pasamos de un Clásico que parecía no entrar en el calendario del aficionado neutro a uno con sonido de tambores y la mejor película de acción ideal para ver un domingo por la noche.