La noche de Benzema y Keylor Navas
Fue tremendo, como suele ocurrir con el Bayern Múnich. Fue tremendo soportar esa fuerza ciega del Bayern, ese ataque incesante, con el corazón en un puño. Fue tremendo para el Madrid y lo fue para el Bayern, que más no pudo hacer y se queda fuera, por el fallo tremendo de su portero en la cesión de Tolisso y por las paradas formidables de Keylor Navas, que compensó largamente su fallo ante la Juve. Y tremenda la redención de Benzema, que tan hartos nos tenía a tantos, y que ayer se fue con dos goles y con récord de balones recuperados. Se retiró exhausto pero feliz, recibiendo una ovación de clamor cuando dejó paso a Bale.
Pero no quiero seguir sin decir que no me gustó el Madrid. Me gustaron su sacrificio, el coraje de sus centrales, el aguante. Pero no me gustó su juego. Sin Casemiro hubo el consabido boquete entre la media y la delantera alemanas, y lo aprovecharon. Además, Modric jugó muy a la derecha, desgastándose demasiado en una tarea de ‘prelateral derecho’, tapando a Alaba y protegiendo a Lucas Vázquez, que se enfrentaba a Ribéry. En realidad, el partido fue de una sola dirección, desde el principio hasta el final, con un Bayern tremendo, incesante en su juego, bien manejado por James (hasta que Heynckes le quitó) y por Thiago.
Hubo esfuerzo, hubo coraje y hubo suerte. Suerte en que Çakir no viera la mano de Marcelo antes del descanso, y más suerte todavía cuando, a la vuelta del mismo, Tolisso cedió un balón a su portero, que primero pensó recogerlo con la mano, recordó que no podía y cuando quiso enmendar se hizo un nudo. Ni eso, que era el 2-1, desanimó al Bayern, que dejó 22 remates, once de ellos a portería, once córners y una posesión del 60%. Un partidazo sin premio. La flor de Zidane, la magia del Bernabéu en Champions, la inspiración de Benzema, los reflejos de Keylor... Con eso se ha metido el Madrid en la final de Kiev, sufriendo un horror.