Gallego, el momento y Planagumà

David Gallego no tiene nada que perder en esta oportunidad de cinco partidos (ya ganó el primero) que le ha dado el fútbol, un deporte atómico y de infintas variables. A él le ha sucedido lo que en su día no le ocurrió a Lluís Planagumà, que miró desde el filial como el Espanyol de Constantin Galca se iba consumiendo, con las ganas de aficionados y jugadores de dar carpetazo a ese aciago curso y con sus esperanzas marchistas de entrenar en aquel momento al primer equipo. A Gallego, quien ha labrado una carrera notable en la base, ha estado en el momento justo, ha disfrutado de la oportunidad y está dispuesto a aprovecharla.

Porque en el españolismo, sobre todo en la cabeza del aficionado, hay curiosidad por saber qué es capaz de hacer el técnico en estos partidos. No solo por los resultados, sino por el juego y el estilo de un Espanyol que este año ha levantando más bostezos de los habituales. “Era insoportable”, cuenta algún que otro aficionado que acude diariamente a Sant Adrià. Todo lo que sea regenerar ese ambiente, acostumbrarse de nuevo a ganar, implicar a la plantilla y devolver la sonrisa será una buena noticia y una puerta