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Rituales, manías... y el talento

"El fútbol fue, es y será siempre de los futbolistas”. La frase es del Loco Gatti, que a menudo me corrige cariñosamente por la obsesión que en su opinión tenemos los periodistas por darle a los entrenadores más galones de los que realmente merecen. Pero lo que el irrepetible Gatti no se atreve a confesarme es que por mucho talento que tengan de fábrica, los jugadores tienen un sinfín de supersticiones que les hace sentirse más cómodos en el terreno de juego cuando repiten la liturgia de turno. Ronaldo, El Fenómeno, sólo saltaba al campo con el pie derecho. Cristiano siempre es el último en acceder al terreno de juego y salta con fuerza nada más pisarlo. También algunos presidentes. Recuerdo que Ramón Mendoza repetía traje y corbata cada vez que pasaban una eliminatoria europea. Manías...

Ya ven el ritual de la foto en el finger de Barajas antes de viajar a Múnich, como ya hicieron felizmente antes de los partidos con el PSG y la Juventus. También hay delanteros que plantan ajos en las porterías cuando llevan una mala racha ante el gol... Pero dejémonos de gaitas. Lo que realmente es determinante en el fútbol es el talento, la convicción, la intensidad y el compromiso. Lo que vimos anoche en Anfield con un Liverpool desatado, que se entregó a la magia del Faraón Salah, bien secundado por Mané y Firmino. Eso es lo que hoy debe importar en el Allianz. Que Cristiano saque su frac de la Champions (le sienta como a nadie), que Isco sea Isco, que Kroos y Modric saquen la regla y el cartabón, que Sergio Ramos dome a Lewandowski... O sea, que el Madrid sea el Madrid.

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