El clavo ardiendo se enciende
El viernes pasado el Deportivo ponía fin a 15 partidos consecutivos sin ganar ante el Málaga. No recortó puntos con el Levante, pero encendió una pequeña llama de esperanza al saber que se podía ganar. Y ese impulso, ese clavo ardiendo al que agarrarse, se ha encendido definitivamente en San Mamés al enlazar la segunda victoria consecutiva, algo que no ocurría desde noviembre de 2015. Y el equipo lo hizo con una hora de juego enorme, de salón, de esas que casi se le había olvidado a la fiel e incansable afición. En el tramo final tocó sufrir, porque el balón parado ante los Aduriz, Raúl García y compañía son complicados, y si se duda un poco, más.
El partido tuvo varios nombres propios, y el primero fue el de Adrián. Un doblete suyo valió la última victoria en San Mamés allá por 2011, llegaba de marcarle dos al Málaga y al cuarto de hora ya le había hecho otros tantos a Kepa. Sin duda, Bilbao es su catedral. Junto a él un Lucas Pérez que no marcó, pero que se largó un partidazo de auténtico líder. La asociación que provoca Çolak es sin duda el camino, porque el Depor es uno con balón y otro peor sin él. Rubén, tras muchos nervios, apareció para hacer dos paradas salvadoras en el tramo final. Borja Valle se estrenó en Primera como goleador, Borges fue el mejor Borges... Y Seedorf, cuya fe inquebrantable empieza a contagiar a equipo y afición. Hay clavo, y ya arde.