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El impacto Diego Costa

Otros equipos. En nada se parece este derbi al de la primera vuelta. Ambos equipos ya se reconocen a sí mismos. El Madrid y Cristiano caminan a paso acelerado en la Champions y el Atlético ha recuperado la entereza y a Diego Costa. Simeone diseñó un equipo de agosto a diciembre y otro de enero a junio. La presencia del internacional español influye de forma considerable en el sistema rojiblanco. El efecto inmediato se apreció en Griezmann, que retrasó su posición y cambió su relación con el juego. Con Diego Costa como referencia, el jugador galo se liberó de los duelos directos con los centrales y se reafirmó como finalizador desde la zona de mediapunta y como asistente (17 goles y ocho pases decisivos en este segundo tramo de temporada). La goleada al Sevilla en el Pizjuán (2-5) fue la sublimación del modelo. Escoltados por los cuatro centrocampistas, Diego Costa fijó y picó y Griezmann generó y decidió con su hat-trick. Su participación entre líneas orientó al Atleti (78 toques de balón).

La sinfonía casi invisible. La compatibilidad entre Diego Costa y Griezmann quedó demostrada en los primeros partidos que actuaron juntos, aunque es cierto que su pareja ha perdido eficacia como tal durante el último mes. Es una sociedad con una particularidad destacada. Su incidencia en la conducta ofensiva del Atleti resulta colosal, pero apenas combinan directamente entre ellos. En diez partidos de LaLiga se han dado 51 pases (31 de Costa a Griezmann y 25 de Griezmman a Costa). Es un vínculo intangible que brilla especialmente en las transiciones. Diego Costa es un activista del desmarque. Sus caídas frecuentes a los costados ofrecen una profundidad que el Atleti no tenía y obliga a un central a salir de su zona de confort. Griezmann explota sus movimientos para aparecer desde atrás y ocupar espacios de remate. Si Costa está fino, el Atlético siempre tiene una opción de salida en su figura. El ritmo alto que plantean ocasiona graves trastornos a las defensas rivales.

El destinatario ideal. El Atlético también puede provocar el desequilibrio a partir de los envíos verticales hasta Diego Costa. Su destreza de espaldas a la portería y su aptitud para bajar balones en largo resulta un recurso muy apreciado para cualquier equipo. Costa sabe zafarse muy bien en el cuerpo a cuerpo con los defensores. Después activa el juego. Desde las paredes (casi cuatro por partido) en el perímetro del área a las descargas para el jugador que viene de cara (cinco por encuentro). Pocos futbolistas de LaLiga atesoran el talento del delantero hispano-brasileño en este tipo de escenarios. La ventaja aérea de Costa respecto a Vallejo beneficiaba esta propuesta de juego rojiblanca. Pero, finalmente, el joven central no será de la partida por unas molestias musculares que le han impedido entrar en la convocatoria. En ese caso, el duelo aéreo entre Costa y Varane se prevé más igualado. Varane y Sergio Ramos confían, por otro lado, en su capacidad física en el uno contra uno (y salen con mucha seguridad al cruce).

La vitalidad sin balón. La mezcla entre Diego Costa y Griezmann mejora el comportamiento del Atlético en los primeros compases de la presión. No eluden los esfuerzos defensivos, aprietan con firmeza y comprimen las líneas de pase del rival. La estadística confirma su entidad en este aspecto del juego. Con los dos sobre el terreno de juego, el Atlético promedia cinco recuperaciones más por choque. La atención ante cualquier balón suelto y la picardía dotan a Diego Costa de un carácter singular para interceder positivamente en este tipo de jugadas. El gol de Koke ante el Sporting en la Europa League o el que marcó él mismo en el Pizjuán dan una idea de su consistencia como primer defensa. El proceder de Costa y Griezmann varía en fase de repliegue bajo. El Atlético se recoge en campo propio y su actitud es más contemplativa, a cambio de que Griezmann se oficialice como quinto centrocampista en ese contexto. Su única pretensión es sujetar y esperar el robo de las líneas inferiores para lanzarse al espacio. Son las caras del contragolpe del Atlético