No les crean, yo estuve en Malta…
Hace ocho años estuve disfrutando de Malta durante diez días maravillosos con la familia en mis vacaciones veraniegas. Una isla con encanto, unas aguas para bucear espectaculares y, sobre todo, una gente amable y encantadora. Les juro que durante nuestra estancia hablé con muchos malteses futboleros y todos, sin excepción, aceptaron como creíble y ajustada a la legalidad deportiva la remontada histórica de España ante su país en la inolvidable noche del 12-1 en Sevilla. Recuerdo ciertos comentarios: “Ese Rincón vuestro estaba desatado en la segunda parte”, “físicamente nuestros compatriotas eran más flojos y no podían con su alma”, “Bonello no tuvo su mejor noche”… Y así casi todos. Malteses de pura cepa y enamorados del fútbol. Ni una excusa, ni una malicia, ni una insidia, ni una acusación velada.
Por eso me dolió especialmente lo que hicieron en Fiebre Maldini (excelente programa el de nuestro compañero) el que fuera seleccionador y algunos de los jugadores del sonrojante 12-1 que se comieron en el Villamarín. He visto ese partidos tantas veces como goles les metimos. Y cada vez que lo contemplo me entusiasmo más. Todo me pareció puro fútbol. El hat-trick de Santillana en el primer tiempo, que se hacía insuficiente por el autogol de Maceda ante el que nada pudo hacer Buyo. ¿Creen que si hubiese estado amañado habría marcado un gol Malta? Por favor. España jugó como una locomotora y con vergüenza torera, sabedora de que sólo con un partido épico y racial se podría consumar la gesta. Ni un solo gol fue un cante de Bonello, no vi a ningún defensa apartarse de la pelota, nadie se dejó un gol… Es muy sencillo. Les dimos un baile histórico y España entera vibró al grito de “Sí, sí, sí, España va a París”. Que 35 años después me vengan unos malteses resentidos hablando de limones adulterados o esteroides que provocaban espuma por la boca me suena a pataleta de fracasados que no olvidan como mancillaron el honor futbolístico de su país. No les crean. Saben que no han dicho la verdad. La verdadera Malta es la que yo conocí en el verano de 2010. Un país maravilloso y muy recomendable…