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Sobre André Gomes

La primera zancadilla a André Gomes se la pusieron el Barça, el Valencia, y su agente, Jorge Mendes. Incluir en el contrato de traspaso una cláusula de 15 millones de euros en el caso de que fuese Balón de Oro generó cierta confusión. El bonus multiplicó de manera equívoca las expectativas y, visto su pobre rendimiento, acabó siendo el mejor reclamo para empezar a tomarse al jugador a chanza.

Es difícil no ponerse en cierto modo del lado de André Gomes leyendo sus reflexiones en el magnífico documento de Panenka. Un profesional millonario vive en fenomenales circunstancias de presión y, si no las controla, es capaz de convertir su vida en un infierno. Aunque tenga éxito. Basta con leer Open, la salvaje autobiografía de Andre Agassi. De “infierno” habla André Gomes, que responde al perfil de jugador muy profesional, con inquietudes. Que no deja de darle vueltas a la cabeza, con exceso de responsabilidad. Nada en ocasiones en fútbol como vivir aislado de las emociones que se generan, en medio de una maravillosa inconsciencia que ayuda a ciertos jugadores a dar lo mejor de sí mientras otros, como André Gomes, se enfrentan a sus demonios.

Que la afición del Barça no está con André Gomes es obvio. El jugador no ha rendido y le cuesta transmitir pasión en el campo. No tiene gestos populistas y le falta carisma. Es fácil convertirlo en el patito feo. Digne o Alcácer no han hecho mucho más que él en el Barça. Por no hablar de Yerry Mina. Pero nadie los ha puesto en una diana e incluso en algunos casos son apadrinados con cariño. Lo que empezó, posiblemente, como una causa justa (pitos ha merecido porque no ha dado el nivel) ha terminado en un juego diabólico que está terminando por consumir a un jugador. André Gomes tiene que hacer más y mucho más en el Barça, pero a la afición también le toca hacer una reflexión. A veces, desahogarse en voz alta como ha hecho el portugués es necesario y los medios, tantas veces demonizados, son los mejores amigos. Tengo la sensación de que este puede ser el caso.