El fútbol como bien de interés social
Un amigo de esta casa, Jorge Carretero, que trabajó muchos años en la Federación, está en un empeño curioso y positivo: conseguir que la UNESCO declare al fútbol bien de interés social. El fútbol pone en contacto a las gentes, es conocido y practicado en todo el mundo, hace disfrutar a cientos de millones de personas. Sobran motivos para defenderlo. El Mundial se creó en 1930, y enlazó la Vieja Europa con Sudamérica, para después ir incorporando otros continentes. Hubo Copa de Europa antes que Comunidad Europea. Hay campeonatos de clubes y selecciones en todos los continentes que enlazan países con países.
Pero temo que le va a costar. El fútbol tiene ‘mala prensa’, si se me permite la expresión. Se nota en bastantes detalles. El Laureus, por ejemplo: no lo han ganado nunca ni Messi ni Cristiano, y sí varias veces Federer, contra el que no hay nada. Cuestión de imagen del deporte. La sociedad bienpensante lo ve aún con gafas críticas, quizá porque se profesionalizó antes que los demás y a partir de eso se le atribuyeron vicios derivados de tal condición que le dejaron marcado. Ahora el sueño olímpico del amateurismo ha desaparecido, todos los deportes son profesionales, pero el fútbol aún arrastra aquel estigma original.
Claro que también contribuye a la mala imagen su mal manejo del ‘tema ultras’. Eso da ocasión de cebarse a los críticos, y desgraciadamente tienen razón. A tirones, el fútbol combate esa barbarie, pero no hay un consenso real en abordar el problema con severidad. Aquel gesto tras Heysel de expulsar a todos los ingleses de las copas europeas por cinco años resultó. Las medidas tomadas en España a partir de la muerte de ‘Jimmy’ han traído una mejora. Pero en Rusia hay un rebrote y anteayer mismo vimos cómo hinchas del Lille y el West Ham saltaron al campo a agredir a sus propios jugadores. Mientras el fútbol no se quite eso, no será bien mirado.