Otra alegría valencianista en Nervión

El Valencia no ganaba en el Sánchez Pizjuán desde hacía 14 años. Mucho tiempo, muchas desilusiones. Sin embargo, la victoria de ayer fue un subidón para el valencianismo. Un triunfo que pone pie y medio en la Champions después de dos años de peregrinación por el desierto. No es matemática pero la clasificación para la Champions caerá como fruta madura. La alegría es inmensa.

Mucho decir sería que es la misma que se dio tras el último triunfo cosechado en Nervión, aquel que supuso el título de Liga, con goles de Vicente y Baraja. Pero casi. El aficionado ché ya se ve otra vez entre los grandes. Como uno más de esa competición en la que disputó dos finales no hace tanto tiempo. Y eso, de alguna forma, trae la normalidad a Mestalla.

El triunfo se conquistó basándose en una mezcla de pegada, solvencia defensiva, saber sufrir y esa pizca de suerte que siempre te acompaña cuando vas en la ola buena. Personalizando, la victoria ante el Sevilla se basó en el triángulo que unen los vértices de Neto, Kondogbia y Rodrigo. El delantero fue el que materializó los goles y sembró el pánico en las filas sevillistas cada vez que tocaba el balón. Tuvo su venganza personal de aquella final de Europa League que le ganó el Sevilla al Benfica en 2014. El francés gobernó el partido y asistió a Rodrigo. Y el portero paró varias cuando el Sevilla más apretaba. Partido solvente.