La autoridad de un buen tío
El Madrid fue intratable porque cada uno de los componentes del equipo siguió las consignas y obedeció las órdenes de Zidane.

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Unas pocas semanas después de la llegada de Zinedine Zidane al banquillo del primer equipo, una persona que vive el día a día de Valdebebas me dijo una cosa que se me ha quedado grabada en la memoria. “Sabes Fred, Zizou tiene todavía más autoridad que José Mourinho. Es increíble”, me confesó este amigo con una mezcla de sorpresa y de profundo respeto. Dos años y ocho títulos más tarde creo que sabemos ya exactamente para qué sirve esta autoridad. Y se vio muy bien el martes bajo el amenazante cielo de París. El Madrid fue intratable porque cada uno de los componentes del equipo siguió al pie de la letra las consignas y obedeció con entusiasmo las órdenes del míster francés. Nadie se desvió del plan del entrenador, ni siquiera cuando la clasificación ya estaba en el bolsillo.
¿Pero con qué autoridad lo consiguió Zidane? No fue con la autoridad ficticia de los gritos, del abuso de poder, del “yo soy el que manda”. Lo hizo con esta autoridad natural que diferencia los grandes líderes de los pequeños jefecillos. De esos que piensan que ellos solos ganan los partidos. Porque nació así, porque por no sé por qué magia cuando habla la gente le escucha, porque su mirada cautiva a cualquiera. Y, sobre todo, porque es un buen tío que da ganas de machacarte por él.





