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PSG: Pura Sangre Gélida

El Madrid hizo de espectador del desastre y respondió estupefacto a los embates sin vida del equipo más caro de la historia. Y cuando se dio cuenta de la cantidad de despropósito que el PSG albergaba, se dispuso a ganar el partido como quien consuma un trámite. El partido, al fin, desmontó una iluminación asombrosa: la idea de que el fútbol se hace con dinero, y con muchísimo dinero. La mala suerte (la lesión de Neymar) no importó tanto como la historia: el PSG es un equipo al que le quitaron el alma para inyectarle dinero, y en esa transfusión hasta sus jugadores (a excepción de Cavani, el rostro impenetrable) perdieron el alma.

El desistimiento del PSG llegó en seguida, como si los jugadores (y Emery rendido de antemano) hubieran decidido perder, no hacer esfuerzo alguno para remontar. A la vista de lo que pasaba en el incendiado campo de París, y a la vista del juego inane del PSG, parecía evidente que los primeros minutos del Madrid habían sido un espejismo: el PSG es el equipo sin alma y sin sangre (Pura Sangre Gélida podría ser el glosario de sus iniciales) que jugó en los Príncipes ante una grada de fanáticos. Y, claro, el Madrid fue el Madrid de las grandes ocasiones. Agrandado, además, por un muñeco de trapo, el PSG, relleno de millones para nada, pero sin alma.