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ALBERTO MARTÍNEZ

¿Y por qué no situar las barreras al otro palo?

La barrera colocada como se hace habitualmente y como la situó Oblak, tapando el palo corto, cuenta bajo mi punto de vista con cuatro inconvenientes.

Hay situaciones de juego en el fútbol que parecen inmóviles, pero no por ello significa que sean dogmas. A raíz del gol de Messi ante el Atlético, recordé una reflexión de hace ya años sobre este tipo de faltas ideales para un especialista y a una distancia en la que superar la barrera no es tan complicado para el lanzador. En esta ocasión, el golpeo fue de un zurdo y no de un diestro, aunque ese zurdo era Messi, capaz de marcar goles desde todos los ángulos y distancias con una precisión milimétrica. Pero esa falta me vino como un regalo, como también el tuit de Roberto Olabe, ex portero de Primera División, y analista. “Barreras, recurso defensivo como referencias ofensivas. Como tanto relacionado con porteros y portería. Paradigmas pendientes de revisión. Espacio y tiempo”.

¿Por qué los porteros no prueban de colocar la barrera al otro palo? Me explicaré.

La barrera colocada como se hace habitualmente y como la situó Oblak, tapando el palo corto, cuenta bajo mi punto de vista con cuatro inconvenientes en determinadas ocasiones (no generalizar):

1. El lanzador tiene una referencia: El jugador que golpea está acostumbrado a lanzar con una barrera, y tiene automatizado que el remate debe pasar entre segundo y tercer jugador (o primero y segundo), por lo que de ser un especialista favorecemos su lanzamiento habitual.

2. El portero pierde reacción: No ve el balón hasta que no sobrepasa la barrera, por lo que su visibilidad está limitada y su reacción se produce más tarde.

3. Menor distancia de la portería: Pura matemática. El palo más próximo a la falta está a menor distancia que el palo más alejado, por lo tanto al reducirse levemente la distancia, el balón llega antes y el meta tiene menos tiempo para atajar.

4. Efecto propicio: Si el portero se sitúa en el palo lejano favorece al delantero, ya que la rosca va de dentro afuera si este es zurdo, como Messi; en cambio, si se coloca en el palo próximo y el lanzador golpea al otro palo, la rosca va hacia dentro. ¿Qué provocamos si situamos la barrera al otro palo?

Lo explicamos de forma sencilla. El portero se encuentra enfrente del lanzador y la barrera tapa el otro palo. El meta ve salir el balón, tanto si lanza fuerte a su costado o por encima de la barrera al otro, y si la lanza un zurdo (como es habitual) el balón se va acercando porque el efecto es de fuera a adentro. Si busca el palo largo, el balón tarda más en llegar porque está a mayor distancia y el portero tiene más margen de reacción.

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Evidentemente, hay dos variables. La primera es analizar quién es el lanzador. Quizás en una falta lanzada por Cristiano es más eficaz una barrera al estilo ortodoxo, pues destaca el portugués por su potencia y no por su precisión. La segunda variable es cómo se comportará el equipo atacante ante una barrera de este tipo. Estará confundido, por lo que ya hemos alterado la situación de juego, pero probablemente coloque jugadores delante del lanzador para impedir la visibilidad del portero, lo que provocará que también haya defensores. No obstante, nunca será lo mismo que tener una barrera bien alineada, que puede dificultar la visión del meta.

Tampoco es un dogma, sino un recurso para faltas como la del 1-0 entre Barcelona y Atlético. ¿Qué piensan?