Nadal y Cristiano no son tan chic

Roger Federer ha recibido el Premio Laureus como Mejor Deportista Masculino en 2017. Repito el año, porque es relevante: 2017. Federer es una leyenda del deporte, así que no vamos a discutir sus virtudes históricas. Otro enfoque es que juzguemos únicamente el año pasado. Ahí cambia la cosa. El suizo ganó en 2017 dos títulos de Grand Slam y acabó como número 2 del mundo. Hubo otro tenista que conquistó tantos grandes como él, dos, pero además disputó la final de otro y terminó como número 1 de la ATP: Rafael Nadal. En su caso, además, jugó toda la temporada en todas las superficies, mientras que Roger se escondió de la tierra batida. Si objetivamente tuvo resultados menos buenos, el porqué de la elección de Federer sólo puede encontrarse en la cabeza de los 42 miembros del jurado que proclaman a los vencedores.

Suponemos que distinguir al suizo es mucho más chic. La querencia se ha repetido durante las 19 ediciones. De las nueve veces que un tenista ha sido declarado el mejor, cinco han recaído en Federer, tres en Djokovic y una en Nadal. ¿De verdad ha habido tanta diferencia entre Rafa y sus dos rivales? Algo similar ocurre con el conjunto de deportes. Desde su estreno en el año 2000, el galardón masculino se ha repartido así: tenis (9), atletismo (4), fórmula 1 (3), golf (2) y ciclismo (1). Y si desgranamos el femenino: tenis (7), atletismo (7), esquí (2), gimnasia (1), natación (1) y golf (1). El tenis y el atletismo arrasan. A Serena Williams, de hecho, le ha bastado con ganar en Australia, antes de retirarse embarazada. En el palmarés individual, por cierto, no aparece ningún futbolista. ¿Cristiano Ronaldo y Messi no han alcanzado aún el nivel?