El susto y la sonrisa del líder
El Barça abordó el susto con una sonrisa… del líder. Lionel Messi es el que no se rinde. Su primer gol fue la consecuencia de esa convicción: un balón no se pierde a no ser que una fuerza superior te lo arrebate. Y gol. El segundo gol de Messi, esa manera de burlar a jugadores que no sabían por dónde se iba a dibujar la diablura, es una marca de su genio. Y hubo un tercer aspecto: trabajó para el equipo, se preocupó de que la delantera, con Luis Suárez al frente, no se dejara vencer por aquella tempranísima contrariedad. Desde ese instante no hubo tregua: Messi resolvió con voluntad, Suárez con fuerza, Dembélé fue creciendo como el jugador que ya prometió ser y Coutinho marcó un gol que, como me dijo por la noche el muy ilustre madridista mexicano Jorge F. Hernández, “fue un poema”. Unas palabras sobre Dembélé: interesante la discusión en Carrusel sobre el porvenir del francés. La propia calidad del futbolista desequilibró a su favor la diatriba.
Fue un extraordinario partido de fútbol que se adornó, además, con dos instantes humanísimos, cuando el público escuchó en emocionante silencio el Cant dels ocells de Pau Casals para honrar al policía muerto en medio de los tumultos de Bilbao el pasado jueves, y cuando el goleador gerundense, Portu, dejó el campo en medio del aplauso de una grada que entiende que el fútbol no es sólo unos contra otros. El Barça lució la sonrisa del líder, tras superar el susto inicial que le dio el vecino Girona.
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