El Barça (casi) se ahoga
Buscar fútbol en este partido tan disputado en Cornellá-El Prat es como buscar sol en medio del temporal. Precedido de otros temporales desmesurados, nada hacía presagiar ni paz ni sosiego. Fútbol demediado, en suma. Sólo Iniesta, en el Barça, y los destellos de Messi, además del gol de Piqué, rentabilizan la historia de la calidad del equipo. Ni Coutinho revalidó sus buenos momentos de partidos recientes ni pudo la defensa, ahogada, detener a un equipo descosido pero imperativo.
El Espanyol tuvo el vigor que despierta a los peces fuera del agua. La lluvia, el campo inesperado, la lucha sin normas que la grada libra contra el visitante convirtieron el fútbol en un memorial de agravios. Como señaló Dani Garrido en Carrusel, ni tiene el graderío por qué agraviar a la familia de Piqué por lo que hace éste en el campo ni es lícito que, fuera del campo, el barcelonista insista en sus propias revanchas personales. Pero que el defensa insultado callara al campo cuando marcó el empate desató, también en el césped, una desmesurada respuesta de Gerard. No era fútbol, sino heridas vengativas.
El reencuentro del azulgrana con el espanyolista Sergio García, que fue su compañero, así como, también al final del partido, el saludo cariñoso entre entrenadores permiten sentir que no todo fue ahogamiento bronco en este derbi sin ganador.
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