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Cristiano necesita un lugar sin Messi

Una vez más, Cristiano Ronaldo anda triste. La mejora de su contrato sólo está en su cabeza, por lo que parece que el Real Madrid y el portugués tienen planes de futuro bastante diferentes. El club considera que su estrella ya está suficientemente bien pagada (21 millones de euros por temporada) y no tiene reparos en airear que si no atiende sus exigencias es porque ni es el momento (crisis) ni está en su hoja de ruta tirar la casa por la ventana por un jugador de 32 años. El actual contrato ya les une hasta 2021. El delantero, clave en los éxitos del equipo con dos Champions consecutivas, entiende por su parte que si tiene tantos Balones de Oro (5) como el que más, debe cobrar lo mismo para sentirse igual de valorado. Puede ser que se lo haya ganado por lograr incluso que haya debate entre quién es mejor de los dos, pero poner más ceros a su cuenta no se ajusta a los aires de futuro, que es el horizonte con el que siempre se firma un contrato. El porvenir para Messi en el Barça pinta mejor que el de Cristiano en el Madrid.

Tres son los motivos que me hacen pensar así. Uno: Bartomeu y sus directivos se ponen firmes a cada paso que da Messi, dándole todo lo que pide por su boca y rodeándole por consenso de los mejores, mientras que Florentino suspira más soñando con el próximo galáctico que por mimar al que ya tiene, a la vez que no le importa ir dejándole sin sus amigos en el vestuario (Pepe, James, Coentrao…). Dos: mirando sólo el plano deportivo, la tendencia de Cristiano en España será la de ir paulatinamente a menos porque vive de su físico y a todos nos falla un día el motor y la polea; y Messi, sin embargo, puede aguantar más por edad (30) y, sobre todo, porque apoya más su genialidad en un fútbol que no parte del corazón sino que se gesta en su cabeza. Y tres: Cristiano encaja peor a los complementos que el Madrid ficha en ataque, dejando dudas de cómo se tomaría la contratación de algún megacrack que le quite foco (Hazard) o que le convierta en un lujoso gregario (Neymar o Mbappé). Messi, tras un pasado en el que quemaba a sus socios, ya ha dado muestras de madurez con una gran acogida a Suárez y Neymar (les dejaba tirar penaltis) y dicen que ahora está radiante con Coutinho y Dembélé.

Cristiano, por mucho amor propio y talento que tenga, es realista. Hasta su crío no disimula y sabe quién es el mejor. Por eso, su estrategia parece clara: pedir el oro y el moro en el Madrid para sentirse radiante si se lo conceden o poder mirar a Manchester si se lo niegan. Con Messi renovado y sin ánimo de escuchar cantos de sirena, sabe que en Inglaterra aún podría reinar en solitario hasta su retirada. Messi ha sacado lo mejor de Cristiano. Y viceversa. El argentino le ha obligado a exprimirse para estar a su altura, lograr tantos títulos individuales y elevar al Madrid en Europa en una década donde el Barça, pese a su brillo, sólo ha logrado dominar en España. Pero eso es difícil mantenerlo. Y él lo sabe. Messi podrá seguir jugando de Messi en los próximos años, pero también hacer de Iniesta o de Xavi unos metros más atrás cuando se le acaben los poderes. Cristiano sólo podrá vivir atado al área, olvidando su continuo desborde desde los costados y recordando que lo suyo no es precisamente eso de asociarse. En el United lo tendría todo: fútbol a su medida, Messi bien lejos y la cuenta de crédito rebosante.

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