Qué largos se hacen los paseos en La Paz

Ayer, aún de madrugada, los primeros efectivos del vivac llegábamos al Colegio Militar Coronel Gualberto Villarroel de La Paz. El traslado fue poco convencional para un novato, aunque habitual para los veteranos: un avión militar con los asientos en fila pegados al costado del avión y las maletas de unos 40 pasajeros apiladas y sujetas por una cinta. El ejército boliviano se encargó del desplazamiento al nuevo campamento, este con literas y retretes de cerámica para olvidar por unos días las limitaciones de la vida en el desierto.

Aquí el aire no llena los pulmones, falta oxígeno a 3.600 metros de altitud y cualquier cuesta en el paseo más corto termina causando fatiga. Así es en las primeras horas en altura, dicen que las siguientes son peores, aunque existen remedios como las infusiones de hoja de coca. Pero hay muchas ventajas al llegar a una capital de estado con tiendas y servicios para ponerse al día con los teléfonos. Al entrar al centro comercial más cercano al campamento sonaba por la megafonía una canción de Alejandro Sanz. No estamos tan lejos de casa…